La psicóloga hizo preguntas de otros temas: ¿técnica o distracción?


Pregunta


P
Mi esposa y yo comenzamos recientemente a visitar a una psicóloga para terapia de pareja. Hemos notado que, a veces, hace preguntas completamente aleatorias o fuera de tema que, según nosotros, no tienen nada que ver con lo que estábamos hablando. Me gustaría saber por qué lo hace. ¿Es algún tipo de técnica que está utilizando? ¿Qué está pasando aquí? También hace muchas preguntas, incluso sexuales, y conversaciones ligeras durante el tiempo por el que estamos pagando.


Respuesta del Psicólogo


R
Estimado lector, tu inquietud es muy válida y comprensible. Cuando acudimos a terapia, especialmente en pareja, esperamos que cada minuto sea aprovechado en torno al problema que nos preocupa. Sin embargo, las intervenciones aparentemente “fuera de tema” que hace tu psicóloga pueden tener un propósito terapéutico importante.

Existen diversos estereotipos acerca de los psicólogos y psiquiatras, entre ellos la idea de que ellos mismos tienen problemas psicológicos o están emocionalmente inestables. También persiste la percepción errónea de que la terapia es algo misterioso y que los terapeutas poseen poderes profundos de intuición, de lectura de mente o, incluso, de manipulación. Ninguno de estos estereotipos ayuda a que las personas se acerquen con confianza al tratamiento de salud mental; por el contrario, muchas veces disuaden a quienes más podrían beneficiarse de buscar ayuda o de expresar sus dudas cuando algo en el proceso terapéutico no les resulta claro.

Como psicólogo de pareja, siempre destaco que cada profesional tiene su propio estilo, formación y nivel de efectividad. Por ello, es fundamental que los clientes se sientan cómodos y puedan establecer una relación de confianza con su terapeuta. Mi recomendación inicial es que entrevisten a varios profesionales hasta encontrar a uno con quien se sientan realmente en sintonía.

Y, una vez en proceso, si surgen preguntas o inquietudes sobre lo que ocurre durante las sesiones, no duden en expresarlas abiertamente. La transparencia y el diálogo son pilares esenciales de una terapia saludable y efectiva.

En el proceso de terapia de pareja, los psicólogos no solo escuchamos el contenido literal de lo que se dice, sino también la forma, las emociones subyacentes y la dinámica entre ambos miembros. A veces, las preguntas aparentemente “aleatorias” buscan evaluar u observar aspectos específicos, cómo se comunican o cómo cada uno maneja la temática en cuestión. En otros casos, las preguntas personales o de tipo sexual tienen la función de explorar la intimidad emocional y física, ya que la sexualidad es una parte esencial de la relación y puede ser un reflejo de la comunicación o las tensiones existentes. En fin, todo depende del contexto y de la situación que le fue traída a la psicóloga.

El uso de preguntas aparentemente triviales o “conversaciones ligeras” también puede ser una técnica para generar confianza, promover la apertura, crear armonía, relajar la tensión o permitir que el terapeuta observe sus interacciones naturales fuera de un marco demasiado rígido. En psicoterapia, nada es verdaderamente casual; lo que parece superficial a menudo busca acceder a información que no emerge de forma directa.

Recomendaciones

  • Comunica tus inquietudes abiertamente: puedes hablar con la terapeuta y decirle cómo percibes esas preguntas. Los buenos terapeutas valoran la retroalimentación y pueden explicarte su enfoque.
  • Confía, pero también comprende: parte del proceso terapéutico implica aceptar que algunas técnicas no se explican de inmediato, pero si algo te genera incomodidad, es válido pedir aclaración.
  • Observa el resultado global: más allá de las preguntas específicas, reflexiona si la terapia está ayudando a mejorar la comunicación, comprensión o conexión entre ustedes. Eso suele ser un mejor indicador que los métodos puntuales.
  • Evalúa tu nivel de confort: si, con el tiempo, la sensación de malestar o confusión persiste, es legítimo considerar hablar con otro profesional o pedir una segunda opinión.

Recuerda que la relación con el terapeuta debe basarse en confianza, respeto y claridad. La terapia es un espacio para ustedes, y sentirse cómodos es parte del proceso de sanar y fortalecer el vínculo.

“No todas las preguntas en terapia buscan respuestas; algunas buscan abrir puertas que estaban cerradas”.

Te animo a hablar con tu psicóloga con franqueza, expresar tus dudas y, al mismo tiempo, observar si, detrás de su estilo, hay una intención genuina de comprenderlos mejor como pareja. A veces, las técnicas más efectivas son las que parecen más simples o inesperadas.

Con aprecio y respeto,
Dr. González

Por favor, lea nuestro Relevo de Responsabilidad.

Cuando la Fe Divide y el Amor Insiste: Un Caso de Conflicto Interreligioso


Caso


María y Daniel llevan seis años de relación y tres años de matrimonio. Ambos se conocieron en la universidad, compartiendo intereses comunes en las artes, el estudio y un fuerte sentido de compromiso social. Sin embargo, desde el inicio de la convivencia aparecieron tensiones relacionadas con un aspecto importante de sus vidas: la religión.

María proviene de una familia católica tradicional. Para ella, la religión es una parte central de su identidad: participa activamente en festividades, acude a misa semanal y siente un fuerte deseo de transmitir sus creencias a sus futuros hijos. Daniel, por otro lado, pertenece a una denominación protestante. Su fe es también profunda, pero su tradición pone énfasis en la interpretación personal de la Escritura, lo que lo lleva a prácticas distintas y a visiones divergentes sobre temas de familia, educación y rituales.

Ambos reconocen que estas diferencias no fueron tan relevantes al principio de su relación; se sentían enamorados, flexibles y centrados en el presente. Sin embargo, con el paso del tiempo y la presión de decisiones importantes —como dónde casarse, cómo celebrar las fiestas religiosas, y especialmente cómo criar a los hijos— las discrepancias se intensificaron.

En los últimos meses, las discusiones aumentaron. María siente que Daniel “no valora su religión” y teme que él quiera excluir prácticas que ella considera esenciales. Daniel, por su parte, percibe que María “no respeta su autonomía espiritual” y teme que su familia política lo presione a adoptar una práctica religiosa que no le pertenece.

La comunicación se ha deteriorado: evitan hablar del tema, cada conversación termina con críticas o reproches, y ambos sienten que la relación está entrando en un ciclo de rigidez, resentimiento y distancia emocional. Preocupados por el impacto que esto pueda tener en su matrimonio, buscan ayuda profesional.


Análisis


Análisis psicológico del caso

Las diferencias religiosas en una pareja no son un problema en sí mismas; el conflicto surge cuando estas diferencias se vuelven símbolos de identidad, seguridad y continuidad personal. En el caso de María y Daniel, la religión cumple una función emocional profunda: para María representa pertenencia familiar y continuidad; para Daniel representa libertad personal y coherencia interna.

Desde una perspectiva clínica, se observan varios fenómenos relevantes:

  • Conflicto simbólico: ambos discuten sobre religión, pero el verdadero conflicto es sobre validación, identidad y autonomía.
  • Comunicación defensiva: cada uno escucha desde la amenaza y no desde la curiosidad.
  • Miedo al futuro: la crianza de los hijos se convierte en un foco de ansiedad y proyecciones sobre una futura imposición.
  • Falta de acuerdos explícitos: nunca trabajaron estrategias concretas para integrar ambas creencias dentro de la relación previo a formalizar el vínculo.

El conflicto religioso se ha convertido en un terreno emocional cargado que activa inseguridades personales y familiares, provocando desconexión afectiva y escalada en discusiones. La terapia, muy recomendada en este caso, busca ayudar a los cónyuges que pasan situaciones como éstas, a transformar este conflicto en un espacio de colaboración, respeto y construcción de una visión conjunta.

Recomendaciones terapéuticas

Si te identificas con una situación parecida, estas soluciones podrían ayudarte:

  1. Establecer una comunicación segura:
    En terapia se trabaja en técnicas de escucha activa, validación emocional y expresión sin ataque. Ambos deben aprender a hablar de religión sin usar un lenguaje que implique juicio o imposición.
  2. Identificar el significado personal de la religión:
    Cada uno debe explorar qué emociones, memorias y necesidades están asociadas a su fe. Esto permite comprender que el conflicto no es doctrinal, sino emocional.
  3. Crear acuerdos de convivencia espiritual:
    Desarrollar reglas claras y respetuosas: asistencia a eventos, participación en rituales, maneras de acompañarse sin sentirse presionados.
  4. Diseñar un plan parental compartido:
    Explorar modelos parentales posibles: crianza interreligiosa, neutralidad con exposición gradual, o un sistema híbrido consensuado. Lo importante es que el acuerdo sea justo, explícito y emocionalmente sostenible para ambos.
  5. Diferenciar identidad individual de identidad de pareja:
    La terapia psicológica podría ayudar a integrar la premisa de que pueden amar profundamente sin fusionarse religiosamente. La coexistencia de diferencias es una señal de madurez relacional.
  6. Reforzar la alianza de pareja:
    Trabajar actividades y rituales propios de la relación que no estén ligados a ninguna religión, fortaleciendo el “nosotros” como base de estabilidad.
  7. Construir un protocolo para futuras discusiones:
    Establecer pasos para prevenir escaladas: tiempo de pausa, retorno a la conversación, preguntas guía, límites y reparación emocional.

La meta final es que la pareja pueda transformar el conflicto religioso en una oportunidad para construir respeto mutuo, flexibilidad cultural y una visión compartida de familia.

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