La bioquímica del amor y el proceso terapéutico

Comúnmente se asocia al corazón la sensación de estar enamorado o enamorada. Esta creencia probablemente se desprende de las palpitaciones irregulares en el corazón que de ordinario sienten las personas cuando están en compañía de quien se acaban de enamorar. Realmente, la cuestión del enamoramiento se asocia no tanto con el corazón sino con diferentes procesos cerebrales, biológicos y químicos, al desencadenarse la acción de varias hormonas que se ponen en funcionamiento cuando una persona se siente en este estado. Algunas de éstas son: dopamina, serotonina y oxitocina. La acción de estas hormonas es la culpable de que a las personas le suden las manos, sientan euforia, mariposas en el estómago y palpitaciones en el corazón cuando están cerca de alguien que consideran especial.

Así las cosas, sabemos que en la primera fase del enamoramiento se libera un exceso de dopamina, una hormona mensajera asociada al placer. La oxitocina, por su parte, es la hormona que se libera en grandes cantidades durante el orgasmo y que hace mucha lógica que esté relacionada al enamoramiento. Asimismo, la noradrenalina es la responsable del rubor que experimentan muchas personas en presencia de su anamorado o enamorada durante las primeras etapas de la relación.

Importante señalar que cuando las personas se enamoran experimentan una sensación de euforia similar a la que produce el consumo de drogas. Esto es debido a que se liberan hormonas relacionadas con los sistemas de recompensa y con los circuitos del placer. Al estar enamoradas, las personas modifican la actividad de más de 10 regiones diferentes en el cerebro y sufren un estado alterado de conciencia. Así que se recomienda cautela en la toma de decisiones importantes mientras se está atravesando este período.

Relación con el proceso de terapia

  • La bioquímica del amor —con sustancias como dopamina, oxitocina, serotonina y adrenalina— influye en cómo percibimos a la pareja, en nuestra sensación de enamoramiento y en la intensidad del vínculo.
  • En terapia de pareja se explica que la fase inicial de “enamoramiento” tiene un perfil químico distinto a las etapas posteriores de amor más estable y vincular, lo que ayuda a normalizar la pérdida de “mariposas en el estómago”.
  • Comprender la biología del apego permite entender por qué la separación, la distancia emocional o el rechazo generan tanto malestar físico y psicológico, reduciendo la culpa y la confusión.
  • La terapia puede ayudar a la pareja a crear hábitos y rituales (contacto físico, mirada, palabras de afecto, tiempo de calidad) que favorecen la liberación de oxitocina y refuerzan el sentimiento de conexión.
  • Conocer la dimensión bioquímica del amor sirve para desmontar mitos: no todo lo que se siente “intenso” es necesariamente sano; la terapia ayuda a diferenciar pasión química de vínculos realmente seguros y respetuosos.
  • El terapeuta puede vincular la biología del estrés (cortisol) con los ciclos de conflicto, mostrando cómo la hostilidad crónica altera tanto el cuerpo como la relación, y promoviendo estrategias para regularse emocional y fisiológicamente.
  • Ver el amor también desde su base bioquímica no resta valor a la experiencia afectiva; al contrario, ofrece un marco psicoeducativo que la pareja puede usar para comprenderse mejor y cuidar el vínculo de manera más informada.