En ocasiones las parejas atraviesan por tiempos que representan cambios de envergadura o transiciones importantes. Transiciones como ser madre y padre por primera vez o durante la adultez, mudanzas, desempleo, cambios de empleo, nido vacío, enfermedades, entre otros, podrían desestabilizar la relación. La terapia le provee a los cónyuges la oportunidad de sentirse escuchados y de acomodar la transición en la relación de manera que no se produzca un disloque en la misma.
Relación con el proceso de terapia
- Las etapas de transición en la vida (matrimonio, convivencia, llegada de hijos, cambios laborales, migración, jubilación) suelen exigir ajustes profundos en la dinámica de la pareja.
- Estos cambios pueden generar estrés, diferencias en las expectativas y sentimientos de pérdida o incertidumbre, incluso cuando la transición es deseada o positiva.
- La terapia de pareja ofrece un espacio para hablar de cómo cada miembro vive la transición, evitando que el malestar se exprese solo en forma de discusiones o distanciamiento.
- A través del proceso terapéutico, la pareja puede redefinir roles, responsabilidades y rutinas, buscando acuerdos más realistas y equitativos para la nueva etapa.
- La terapia ayuda a identificar recursos personales y relacionales que la pareja ya posee y que pueden utilizar para afrontar mejor la transición.
- Permite revisar y actualizar el proyecto de vida en común, ajustando metas y prioridades a la nueva realidad sin perder el sentido del “nosotros”.
- La intervención terapéutica puede prevenir que las tensiones propias de la transición se cronifiquen y se transformen en resentimientos o rupturas.
- En la terapia, la pareja aprende estrategias de comunicación y apoyo mutuo que no solo sirven para la transición actual, sino también para futuros cambios vitales.
- De este modo, la terapia de pareja no solo ayuda a “sobrevivir” a las transiciones, sino a utilizarlas como oportunidades de crecimiento y fortalecimiento del vínculo.
