Todos podemos equivocarnos. Todos podemos cometer errores. Concédete esa libertad. Sin embargo, esta libertad viene acompañada de unas responsabilidades, como la de asumir las consecuencias de tus acciones y la de disculparte por el daño causado. No está en tu control si la parte afectada te concede o no te concede las disculpas –eso dependerá de la falta cometida y de la magnitud del daño que haya causado– pero sí está en tu control el pedirlas. Desarrollar en tu relación una cultura donde los cónyuges admitan sus errores y se disculpen sinceramente por ellos hará que la relación se fortalezca de forma notable. Lee aquí un artículo sobre el proceso de pedir disculpas.