Hay dos fuerzas motivadoras básicas: miedo y amor. Cuando estamos asustados, nos retiramos de la vida. Cuando estamos enamorados, nos abrimos con pasión, emoción y aceptación a todo lo que la vida nos ofrece. Necesitamos aprender a amarnos primero, en toda nuestra gloria e imperfecciones. Si no podemos amarnos a nosotros mismos, no podemos abrirnos por completo a nuestra habilidad de amar a otros o a nuestro potencial para crear. La evolución y toda esperanza para un mundo mejor descansan en la ausencia de miedos y en la visión generosa de todas las personas que abrazan la vida.