Por: Laurell K. Hamilton

Siempre te amaré.   Cuando este pelo rojo sea blanco, todavía te amaré.  Cuando la tierna suavidad de la juventud sea reemplazada por la delicada suavidad de la vejez, todavía querré tocar tu piel.  Cuando tu rostro esté lleno de líneas de cada sonrisa que hayas sonreído, de cada sorpresa que haya visto destellar a través de tus ojos, cuando cada lágrima que hayas llorado haya dejado su marca en tu cara, te atesoraré más, porque estuve ahí para verlo todo.  Compartiré la vida contigo, Meredith, y te amaré hasta que el último suspiro deje tu cuerpo o el mío.

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