Los padres y las madres continuamente refieren que sus hijos e hijas son la prioridad absoluta de sus vidas y que estarían, incluso, en la disposición de dar sus vidas por ellos, si ese fuese el caso. Esta es una actitud ante la vida enteramente entendible. Ahora bien, para las personas casadas, uno de los regalos más valiosos que pueden brindarle a sus hijos e hijas es la seguridad que proviene de crecer mirando a sus padres y madres en una relación de amor y compromiso. A pesar de esto, las parejas incorrectamente asumen que una total devoción a sus hijos e hijas requiere desplazar la relación a un segundo o hasta un tercer plano, y sacrificarla en función de la maternidad o la paternidad. Un día se despiertan y se dan cuenta que están en medio de un «nido vacío» y de una relación vacía e inoperante. Por lo tanto, ten una relación que tus hijos e hijas deseen imitar algún día. Encuentra un equilibrio saludable entre tu rol de padre y madre y tu rol de esposo o esposa. Privilegiar uno y sacrificar el otro no necesariamente conducirá a una vida más saludable y feliz para todos los involucrados.