El tamaño del pene no importa: todo está en la mente de los hombres

los hombres se preocupan mucho más que las mujeres por el tamaño del pene.

Al igual que otras formas de insatisfacción corporal, la ansiedad por el tamaño del pene rara vez se relaciona con la realidad. Con frecuencia se puede notar a muchos hombres bien dotados que se avergüenzan de sus penes, mientras que muchos hombres con penes más pequeños se pavonean con confianza, según un estudio publicado en el Journal of Sexual Medicine. Estos hallazgos no son una sorpresa, afirmó el investigador principal de otro estudio, David Veale, del King’s College of London.

Según Veale y sus colegas, los hombres se preocupan mucho más que las mujeres por el tamaño del pene. Este estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, encontró que las mujeres preferían penes más grandes sólo hasta cierto punto (cualquier cosa más grande que una longitud fláccida de 2,99 pulgadas [7,59 centímetros] tampoco impresionaba a las mujeres), y las preferencias también variaban según la altura del hombre.

Sin embargo, los hombres continúan preocupándose por el tamaño de sus penes, y lo incluyen entre sus principales preocupaciones corporales junto con la altura y el peso, según otro estudio de 2008 publicado en el Journal of Health Psychology. Veale y sus colegas querían medir esa ansiedad, un paso importante para poder evaluar tratamientos psicológicos diseñados para mejorar la autoimagen de los hombres. Para ello, los investigadores reclutaron a 173 hombres y les pidieron que completaran una batería de cuestionarios sobre imagen corporal, función eréctil y preocupaciones sobre sus penes. Además, 46 de los hombres aceptaron que un urólogo les midiera el pene tanto en estado flácido como en erección.

Al comparar las respuestas de los hombres a los cuestionarios con sus preocupaciones declaradas sobre sus genitales, Veale y sus colegas pudieron reducir su escala a 10 preguntas que seguramente revelarían los miedos internos de un hombre sobre su pene. Las preguntas seleccionadas miden el miedo de un hombre a ser rechazado por el tamaño de su pene, su terror a que otros se rían de él y su ansiedad por estar desnudo frente a mujeres y otros hombres.

La respuesta más sorprendente, dijo Veale, fue que los hombres estuvieron de acuerdo con la siguiente afirmación: «Otros podrán ver el tamaño o la forma de mi pene incluso cuando tenga puestos los pantalones». Entre los hombres evaluados, el 30 porciento informó insatisfacción con sus genitales. Alrededor del 35 porciento de los hombres estaban muy contentos con el tamaño de su pene, y el resto se encontraba entre satisfecho e insatisfecho. Los investigadores informaron que los hombres mayores y los hombres homosexuales o bisexuales eran más propensos a mostrar una ansiedad alta referente al tamaño del pene. Los hombres homosexuales o bisexuales suelen tener más problemas de imagen corporal que los hombres heterosexuales, concluyeron los investigadores.

Los penes medidos en el estudio oscilaron entre 7 y 18 centímetros (2,75 pulgadas y 7 pulgadas) de largo en estado flácido pero estirado, y entre 10 y 20 cm (3,93 pulgadas y 7,87 pulgadas) cuando estaban erectos. La circunferencia osciló entre 7 y 13 cm (2,75 pulgadas y 5,11 pulgadas) cuando estaba flácido y entre 9 y 17 cm (3,54 pulgadas y 6,69 pulgadas) cuando estaba erecto. Cabe señalar que un estudio reciente del Journal of Sexual Medicine encontró que el pene del hombre estadounidense promedio mide 5,6 pulgadas o 14,2 cm de largo cuando está erecto.

La conclusión de todos estos números, sin embargo, es que no significan nada para las percepciones de los hombres sobre el tamaño de su pene. Grande o pequeño no importaba tanto como los miedos que los hombres llevaban en la cabeza. Algunos de esos temores surgieron de experiencias duras y traumáticas, dijo Veale, «Muchos de ellos han sido objeto de burlas por su tamaño, ya sea por una ex pareja o en las duchas cuando eran adolescentes».

El sexo anal entre adolescentes: hallazgos inesperados

La mayoría de las experiencias de sexo anal de los adolescentes ocurrieron en un entorno de relación de pareja, pero las primeras experiencias de sexo anal rara vez se produjeron en circunstancias de la exploración mutua del placer sexual.

El sexo anal o la penetración anal puede doler, eso parece ser claro para muchas personas. Pero un nuevo estudio entre adolescentes británicos conducido por Cicely Marston, profesora titular de ciencias sociales en London School of Hygiene & Tropical Medicine, revela algunos aspectos de esta actividad sexual que quizás sean más sorprendentes.

Los investigadores entrevistaron a 130 adolescentes de entre 16 y 18 años de diversos orígenes y les preguntaron sobre sus percepciones sobre diferentes prácticas sexuales, así como sobre sus propias experiencias. Los resultados mostraron que la mayoría de las experiencias de sexo anal de los adolescentes ocurrieron en un entorno de relación de pareja, pero las primeras experiencias de sexo anal rara vez se produjeron en circunstancias de la exploración mutua del placer sexual. En cambio, fueron principalmente los hombres quienes empujaron a las mujeres a probar el sexo anal, y los hombres dijeron que se sentían que de ellos se esperaba que asumieran ese rol. Además, los adolescentes esperaban que se suponía que los hombres encontraran placer en el sexo anal, mientras que también se esperaba que las mujeres ‘aguantaran’ los aspectos negativos de esta práctica, como el dolor o una reputación dañada.

Las mujeres jóvenes que participaron en el estudio informaron que el sexo anal era doloroso, pero al mismo tiempo, la mayoría de las adolescentes consideraba que la experiencia de dolor de las mujeres se debía a que eran «ingenuas o inexpertas» e incapaces de relajarse, dijeron los investigadores en sus hallazgos producto de esta investigación. Los resultados también revelaron aspectos algo sorprendentes y, en algunos casos, preocupantes, del sexo anal.

Los hombres jóvenes del estudio parecían percibir el sexo anal como una hazaña en la competición entre pares. Aunque no todos los hombres jóvenes del estudio dijeron que querían tener sexo anal, muchos de ellos dijeron que los hombres se animaban unos a otros a probar la práctica. En una discusión grupal como parte del estudio, los hombres jóvenes dijeron que el sexo anal era algo que hacían para competir. Pero tanto hombres como mujeres dijeron que el sexo anal podría dañar la reputación de las mujeres.

Los hombres jóvenes que participaron en el estudio a menudo estaban interesados en la idea del sexo anal, pero a veces no estaban entusiasmados con la realidad física, dijeron los investigadores. Por ejemplo, un entrevistado dijo: «Para ser honesto, pensé que iba a ser mucho mejor». Sólo una mujer joven en el estudio manifestó sentimientos ligeramente positivos acerca de haber tenido sexo anal. Aunque dijo que su pareja fue quien la convenció, también le dijo al investigador que tenía curiosidad por probarlo y que había disfrutado de la experiencia.

Los investigadores descubrieron que los adolescentes pensaban que las mujeres generalmente serían reacias a tener sexo anal y que participarían sólo si las persuadían, o incluso si las obligaban a ello, y que el acto podría lastimarlas. Los investigadores escribieron que parecía que las mujeres comúnmente consideraban que su papel era aceptar o rechazar la solicitud de sexo anal de su pareja, en lugar de tomar decisiones en un plano de igualdad sobre esta actividad sexual.

En algunos casos, los adolescentes informaron que la penetración anal ocurrió “accidentalmente” porque «resbalaron». Pero en un caso, un adolescente se corrigió en una segunda entrevista y dijo que lo que inicialmente había llamado un accidente en realidad no lo era. «Es difícil evaluar hasta qué punto los eventos descritos como ‘resbalones’ fueron realmente involuntarios», dijeron los investigadores. Asimismo, los investigadores dijeron que describir los eventos como «resbalones» puede permitir a hombres y mujeres evitar enfrentar la posibilidad de que una penetración no consensuada haya sido deliberada.

Este estudio encontró que muchos adolescentes entrevistados no sabían que es posible contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS) a través del sexo anal sin protección. Algunos incluso dijeron que contraer una ETS a través del sexo anal era imposible, o menos probable que mediante el coito vaginal, según el estudio. Los investigadores también descubrieron que los condones no parecen ser un elemento frecuente en el sexo anal, y cuando se usaban, era por motivos de higiene, no para prevenir enfermedades de transmisión sexual.

Los participantes de este estudio mencionaron a menudo que los hombres jóvenes quieren tener sexo anal con mujeres porque desean copiar lo que ven en la pornografía. Pero los investigadores dijeron que la pornografía parece ser sólo un factor por el cual los adolescentes pueden tener sexo anal, y los nuevos hallazgos sugieren que también hay otras explicaciones y motivaciones involucradas. «Los debates actuales sobre la vida sexual de los jóvenes a menudo parecen centrarse estrechamente en el impacto de la pornografía», dijo la autora principal Cicely Marston, «Pero nuestro estudio sugiere que debemos pensar más ampliamente sobre la falta de importancia que la sociedad otorga a los derechos, deseos y preocupaciones de las mujeres».