Los hombres no somos perros. Meramente pensamos que lo somos y, en ocasiones, actuamos como si lo fuéramos. Pero, al creer en nuestra naturaleza más noble, las mujeres tienen el tremendo poder de inspirarnos para estar a la altura de eso.

Los hombres no somos perros. Meramente pensamos que lo somos y, en ocasiones, actuamos como si lo fuéramos. Pero, al creer en nuestra naturaleza más noble, las mujeres tienen el tremendo poder de inspirarnos para estar a la altura de eso.
Nada es más extraño o más cosquillozo que una relación entre personas que se conocen sólo de vista, que se cruzan y se observan todos los días – y aun así están obligados a mantener la apariencia de un extraño indiferente, sin saludarse ni dirigirse palabra mutuamente, ya sea por etiqueta o por capricho propio.