– Gabriel Grommeck

Salimos, cenamos, nos reímos un rato y al dejarla en su casa me dijo ‘Creo que me gustas mucho. Es algo de ese misterio que tienes, o algo de lo extraño y raro que eres, lo que me tiene constantemente pensando en ti’. No sabía qué decir, nunca supe cómo reaccionar a las emociones de otras personas. Me reí y le di una palmadita en la cabeza. Hasta ahora me pregunto qué fue lo que pensé para hacer eso; no era mi mascota, no era un perro ni nada por el estilo, pero no se me ocurría otra forma de demostrarle una especie de afecto.