Las adicciones y las relaciones

Últimamente bebo a diario, tal vez por todos los problemas recientes que he tenido.  Usualmente, bebo hasta el punto de la embriaguez. Sin embargo, en el pasado, las veces que he decidido dejar la bebida, lo he hecho sin problemas, ya que me gusta tener un estilo de vida saludable. A pesar de que desde joven me gusta disfrutar de las cervezas y el whiskey cuando la ocasión lo amerita, entiendo que su consumo no es lo más saludable del mundo.  Hasta el momento, nunca he tenido problemas en mi trabajo.  Ahora, sí he tenido problemas con la ley por este motivo. Usualmente, cuando bebo es de manera social, realmente. Honestamente, no me veo como un alcohólico ni nada por el estilo. En par de ocasiones mis amigos me han dicho que piensan que bebo mucho, pero yo encuentro que bebo prácticamente igual que ellos. Mi esposa en ocasiones me habla de su preocupación de que pueda tener un accidente de tránsito por la cuestión de la bebida.  Además, me dice que cuando bebo me pongo imprudente y levanto mucho la voz, y hemos tenido discusiones serias por eso. Curiosamente, encuentro que mi barrera principal para cambiar es precisamente ella. Las veces que he anunciado que voy a dejar de beber, parece estar horrorizada. Ella no bebe mucho, pero no tiene deseos de dejar de hacerlo, y no piensa que yo deba hacerlo tampoco. ¿Cuán preocupado debo estar? ¿Estoy sobre-reaccionando? Cualquier consejo será apreciado.

Respuesta del Psicólogo

Entiendo que la preocupación en este caso tiene méritos.  Hablando en términos generales, las adicciones y el abuso de substancias dañan seriamente las relaciones. Todo tipo de relación, incluyendo las de pareja, se someten a una enorme presión cuando alguien dentro de ese arreglo se convierte en adicto o adicta. La persona que es víctima de alguna adicción comúnmente piensa que su consumo es algo que puede controlar y que lo puede dejar a voluntad. A estas personas se les dificulta admitir que tienen un problema, al igual que se les dificulta asimilar los conflictos que su conducta podría estar ocasionando en sus propias vidas y en las vidas de los demás. Con frecuencia, se piensa que el asunto de las adicciones –ya sea al alcohol o a cualquier otra droga– es una cuestión que se relaciona más con los efectos físicos y/o psicológicos que con los efectos interrelacionales. Ciertamente, los efectos de las adicciones van mucho más allá. Las adicciones destruyen a la corta o a la larga la habilidad para mantener conexiones sociales saludables y gratificantes, y, por consiguiente, invaden el terreno de la sensación de felicidad, el éxito y la autoestima.

Cuando el consumo pasa de un uso ocasional a una adicción, el foco principal para la persona adicta es el consumo de la substancia. Las relaciones, por lo tanto, se colocan en una posición de vulnerabilidad frente a una situación de adicción. Esto es, de ordinario las relaciones no pueden competir con la experiencia que provoca el consumo de la substancia en el adicto o adicta. Por lo tanto, estos últimos tenderán a poner menos esfuerzo en su relación, lo que le abrirá la puerta a varios elementos nocivos que terminarán en el deterioro de la misma.  Por ejemplo, comenzarán los secretos y las mentiras debido a que el adicto o adicta no gusta de sentirse juzgado, y, además, tiende a sentir culpa, vergüenza y miedo. Esta secretividad y mentiras tienden a conducir a la desconfianza, uno de los enemigos más fuertes de las relaciones. La falta de confianza en la relación podrá conducir a conflictos que se relacionan con celos, violencia, coraje, resentimientos y miedos.

De más está decir que en el adicto o adicta se produce un cambio de personalidad. Éstas podrían tonarse coléricas, violentas e irritables, además de observar problemas para razonar. La pareja del adicto o adicta entonces podría estar a riesgo de ser victimizada y/o asumir una actitud de codependencia, la cual se caracteriza por tomar responsabilidad de la conducta del adicto o adicta, aceptar culpas ajenas, ofrecer continuas excusas y justificar el comportamiento del adicto o adicta, además de proveerle dinero para su consumo o, incluso, comprarle ella misma la substancia que éste/a requiere.

Mi recomendación en casos como éste es comenzar por un proceso reflexivo serio que culmine en la admisión de un posible problema. Recuerda que el mero hecho de que alguien cercano a ti traiga a tu atención la situación, es ya indicativo de que un problema existe. Ayuda el escuchar atentamente en lugar de invertir esfuerzo justificando la conducta.

En casos donde se concluye que podría existir un problema de adicción, el próximo paso que se recomienda es tomar y llevar a cabo la decisión de terminar el consumo de la substancia en cuestión. Las adicciones causan estragos en el cerebro al condicionarlo o alambrarlo para que priorice la droga por encima de prácticamente cualquier otro asunto.  Los tratamientos psicológicos individuales y/o psiquiátricos son aliados importantes en el proceso de recuperación. El tratamiento psicológico le permite a las personas adictas ganar un mejor entendimiento del impacto que su conducta está teniendo en su vida y en la vida de quienes le rodean, además de aprender mecanismos para lidiar con la situación y reparar las relaciones interpersonales que se hayan afectado. En estos casos también se recomienda que el cónyuge se involucre en un proceso de ayuda psicológica o que asista a algún grupo de apoyo. Concurrentemente, la persona adicta también puede involucrarse en un proceso de terapia psicológica grupal o asistir a algún grupo de apoyo, y cuando se encuentre estable, entrar en un proceso de terapia de parejas. En ocasiones, la terapia psicológica familiar resulta de gran ayuda también. De esta manera, todas las personas involucradas podrán aprender y practicar destrezas adaptativas de manera simultánea, y podrán promover una forma saludable de interactuar entre sí.  La incorporación de prácticas como la meditación y/o el yoga ha probado científicamente tener un efecto positivo en el proceso de re-alambrar las conexiones cerebrales y, por consiguiente, mantener las adicciones bajo control.

No te desanimes.  Entiendo que el proceso de reflexión que has comenzado te lleva en buena dirección.

Por favor, lea nuestro Relevo de Responsabilidad.

Las condiciones de salud mental y las relaciones de pareja

Fui diagnosticado con una condición de salud mental hace aproximadamente cinco años. Debido a esto, no he estado en ninguna relación desde entonces toda vez que admito que sería una pareja horrible. Entiendo que puede ser un reto compartir conmigo. Aunque he tratado de poner de mi parte, siento que es algo que está fuera de mi control. A veces, pienso que debería olvidarme de mi condición y tratar de conseguir una pareja. Lo que realmente me asusta es la forma en que de repente me atrapa y me impulsa a hacer cosas que, cuando estoy estable, nunca haría. Me siento desconcertado y desanimado debido a que no sé si mi futuro es estar solo y no poder vivir la vida que siempre he querido para mí.

Respuesta del Psicólogo

Una condición de salud mental no tratada puede impactar seriamente las relaciones de pareja. Los síntomas asociados a una condición de salud mental pueden variar e ir desde leves hasta severos. Muchos de ellos pueden provocar conductas impulsivas o riesgosas, cambios de ánimo significativos, sentimientos crónicos de vacío, coraje frecuente, agresión, desánimo, desesperanza, entre muchos otros.

Se conoce que el tener una condición de salud mental puede tener un impacto negativo en la salud mental del cónyuge. A veces, uno de los cónyuges en una relación puede estar batallando con síntomas que se le han desarrollado como resultado de una condición de salud mental en el otro. De hecho, investigaciones en el área han encontrado una correlación positiva entre uno de los cónyuges teniendo una condición de salud mental y el otro cónyuge sufriendo también de este tipo condición.

Una condición de salud mental pone estrés en la relación. Cuando una relación está bajo estrés, los cónyuges comienzan a distanciarse física y emocionalmente. Tienden a evitarse y cuando finalmente coinciden, resulta en un encuentro con conversaciones sin substancia o elevadas de tono.

En mi carrera como psicólogo, he trabajado con parejas donde uno o ambos han tenido alguna o varias condiciones de salud mental. Típicamente, un proceso terapéutico de parejas tiene más probabilidades de ser efectivo cuando los cónyuges tienen sus condiciones de salud mental debidamente tratadas y controladas. He presenciado de primera mano los efectos curativos que tienen las relaciones de pareja saludables en los individuos que están batallando con condiciones de salud mental. Las relaciones de pareja saludables sirven como defensa que ayuda a los individuos a combatir sus condiciones de salud mental y/o física.

Es importante señalar que hay tratamiento disponible, incluyendo el aprender destrezas que ayuden a tener una relación de pareja saludable. La terapia de parejas, combinada con la terapia individual y el tratamiento psiquiátrico, podría ser de utilidad. Muchas de las personas que lidian con condiciones de salud mental pueden experimentar decepciones y dolor emocional en sus relaciones.  Debido a esto podrían pensar que el amor y las relaciones de compromiso están fuera de su alcance. Es necesario tratar de no adoptar este tipo de pensamiento. Una relación de pareja saludable está al alcance de todo el mundo, incluyendo aquellos que sufren de una condición de salud mental. Es sólo una cuestión de compromiso con el tratamiento y de cónyuges que están dispuestos a ser pacientes y compresivos.

Por favor, lea nuestro Relevo de Responsabilidad.