El efecto dominó del consumo de alcohol

Se sabe desde hace tiempo que las relaciones de pareja (u otras relaciones estables y duraderas) y el abuso de sustancias no son compatibles. Tener una pareja que bebe demasiado o consume drogas es como tirar una piedra a un estanque en calma: sus efectos se propagan e influyen en todo lo que está cerca.

El pronóstico para una relación con una pareja que lucha con un problema de alcoholismo es difícil y, a menudo, desalentador sin intervención profesional. El abuso de alcohol puede provocar problemas de confianza, tensión financiera, abuso emocional y físico, aislamiento e insatisfacción en la relación. Para tener éxito, la pareja con el problema de alcoholismo debe comprometerse con el tratamiento, mientras que la pareja sana busca apoyo.

La naturaleza del alcohol

Quizás no pienses en una bebida alcohólica como una droga, pero en realidad lo es. El ingrediente activo de las bebidas alcohólicas es una droga llamada etanol, también conocido como alcohol etílico. Una persona adicta al alcohol es tan adicta como alguien que consume drogas como la heroína, la cocaína, la metanfetamina u otras sustancias. El alcohol es una sustancia que produce cambios en el cuerpo, el cerebro, la mente, el espíritu y el comportamiento de una persona. Estos cambios la atrapan en su consumo.

Lo que diferencia al alcohol de sustancias como la heroína o la cocaína es que no es una sustancia ilegal. Sólo en EE. UU. hay miles de bares, restaurantes y discotecas donde se puede consumir alcohol. Si quieres llevarte el alcohol a casa, hay miles de licorerías dispuestas a proporcionártelo.

Cuándo se considera una adicción

La adicción al alcohol se da cuando una persona no puede dejar de beber una vez que empieza y no puede controlar su consumo, aunque su consumo perjudique sus relaciones, salud, trabajo, educación o comunidad. Puede que no beba todos los días ni todas las semanas, pero cuando lo hace, es probable que lo haga hasta quedar gravemente incapacitada.

Una persona que enfrenta dificultades con el alcohol puede tener dificultades para cumplir con sus compromisos laborales, académicos o familiares. Su capacidad para rendir en el trabajo o la escuela puede verse afectada y puede tener dificultades para mantener relaciones sanas con sus seres queridos. En algunos casos, la tensión en la dinámica de las relaciones de pareja puede acentuarse.

Cómo se comporta una persona con problemas o adicción al alcohol

La persona con problemas o adicción al alcohol privilegia su consumo por encima de su relación de pareja. Uno de los aspectos más notables de la adicción al alcohol es que la persona a menudo comienza a planificar sus actividades en función de su capacidad para obtener alcohol y beberlo. En muchos casos, pueden evadir cualquier pregunta o comentario sobre si están bebiendo demasiado. Cuando alguien lidia con una adicción al alcohol, intentar hablar de ello puede ser difícil. Cualquier intento de convencerlos de que tienen un problema y necesitan dejar de beber podría terminar en una discusión.

En ocasiones, estas personas pueden intentar dejar el consumo, sin embargo, experimentan síndrome de abstinencia o retirada, al igual que las personas adictas a otras drogas. Las ansias de alcohol llevan a una persona a beber una y otra vez, incluso sabiendo que les está haciendo daño a ellos mismos y a sus seres queridos.

Efectos del alcohol en el cuerpo

Cuando una persona bebe lo suficiente como para volverse adicta, el impacto físico de dicha adicción es profundo. A pesar de su aceptación social, el alcohol es una sustancia muy tóxica. Es particularmente perjudicial para el corazón, el cerebro, el hígado y el páncreas. El consumo excesivo y prolongado de alcohol puede causar cardiomiopatía, arritmias, hipertensión arterial, hígado graso, hepatitis alcohólica, cirrosis y pancreatitis. El alcohol causa varios tipos de cáncer, como cáncer de cabeza, cuello, esófago, hígado, mama (en mujeres) y colorrectal. El consumo de alcohol también se asocia con un sistema inmunológico debilitado y afecta gravemente la respuesta sexual en los hombres.

La persona que abusa del alcohol experimenta los siguientes efectos: incapacidad para mantener el equilibrio, mala memoria, dificultad para hablar, deterioro del juicio y la toma de decisiones, lagunas mentales, falta de control de los impulsos, alteración del sueño, temblores, lentitud para pensar y hablar, inhibición artificialmente reducida, mala percepción del dolor y tendencia a la violencia.

Efectos del alcohol en las relaciones de pareja

La realidad es que las personas se sienten atraídas por otras que beben de forma similar o por estereotipo del macho que bebe mucho como símbolo de masculinidad. El consumo de alcohol está vinculado a la codependencia en las relaciones, así como al abuso, tanto verbal como físico. El deterioro en las parejas, ya sean casadas o no, suele deberse a discusiones, problemas financieros, infidelidades o, peor aún, violencia doméstica. El alcoholismo también disminuye el deseo sexual, lo que puede agravar aún más una relación ya de por sí tensa.

El abuso de alcohol altera significativamente la personalidad y, como resultado, puede hacerla irreconocible de la persona que era antes de empezar a beber.

Algunas sugerencias

Nadie puede tomar la decisión de dejar de tomar sino la misma persona. De lo contrario, con toda probabilidad el esfuerzo será infructuoso. El dejar de beber es una decisión personal, comúnmente tomada en momentos de una realización profunda del efecto dominó del consumo de alcohol y de sus consecuencias, en ocasiones trágicas. Si sospechas que tienes problemas con el alcohol y deseas dejar el consumo, estas sugerencias de National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism podrían ayudar:

  • Lleva un diario de tu consumo de alcohol. Durante tres o cuatro semanas, anota cada vez que bebes. Incluye información sobre lo que sucedía antes y después de beber, qué y cuánto bebiste, así como dónde estabas. Compara esto con tu objetivo. Si tienes dificultades para cumplirlo, consúltalo con tu médico u otro profesional de la salud.
  • No guardes alcohol en casa. No tener alcohol en casa puede ayudarte a limitar tu consumo.
  • Presta atención a la presión social. Practica maneras de decir que no con educación. No tienes que beber solo porque otros lo hagan, y no deberías sentirte obligado a aceptar todas las bebidas que te ofrezcan. Aléjate de las personas que te animan a beber.
  • Mantente ocupado. Sal a caminar, practica algún deporte, sal a comer o ve al cine. Cuando estés en casa, busca un nuevo pasatiempo o retoma uno antiguo. Pintar, jugar a juegos de mesa, tocar un instrumento musical, trabajar la madera: estas y otras actividades son excelentes alternativas al alcohol.
  • Busca apoyo. Reducir el consumo de alcohol puede no ser siempre fácil. Hazles saber a tus amigos y familiares que necesitas su apoyo. Tu médico, psicólogo o terapeuta también podrían ofrecerte ayuda.
  • Cuídate de la tentación. Evita las personas y los lugares que te den ganas de beber. Si asocias el consumo de alcohol con ciertos eventos, como días festivos o vacaciones, desarrolla un plan de antemano para lidiar con la situación.
  • Controla tus sentimientos. Cuando estés preocupado, solo o enojado, podrías sentirte tentado a tomar una copa. Intenta cultivar nuevas formas saludables de lidiar con el estrés.
  • Sé persistente. La mayoría de las personas que reducen el consumo de alcohol o lo dejan por completo lo hacen solo después de varios intentos. Probablemente tendrás contratiempos, pero no dejes que te impidan alcanzar tu objetivo a largo plazo. Realmente no hay un punto final, ya que el proceso suele requerir un esfuerzo continuo.
  • Considera alternativas sin alcohol. Cuando socialices con otras personas que beben, considera pedir una cerveza sin alcohol o un cóctel sin alcohol. Puede que disfrutes del sabor lo suficiente como para beberlos incluso en casa.

Conclusión

En resumen, los expertos enfatizan que los riesgos del consumo de alcohol, incluyendo el cáncer y la adicción, superan con creces cualquier beneficio potencial, pequeño o incierto. Si bien existen vínculos psicológicos a corto plazo, e incluso epidemiológicos, con la reducción del riesgo de enfermedades, los efectos positivos son generalmente temporales o inciertos, y los expertos en salud los desaconsejan encarecidamente debido a los daños significativos y acumulativos que el alcohol puede causar a la salud individual y en las relaciones interpersonales, incluyendo las de pareja.

El consumo de alcohol y las relaciones de pareja

Con frecuencia encontramos que el tema del consumo de alcohol por parte de uno o ambos cónyuges surge de manera espontánea y consistente durante las sesiones de terapia, y aún así el o los cónyuges suelen mostrarse aprensivos ante la idea de que pueda existir un problema de dependencia o de uso de alcohol en la relación. En nuestra práctica profesional, hemos notado que las personas tienden a privilegiar el uso del canabis, el uso del alcohol y el uso de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería (lo que personalmente he denomiando como el “big trio”) por encima de su relación de pareja. O sea, de encontrarse en un “catch 22″ donde se vean obligados a escoger entre el “big trio” o su relación de pareja, tienden a escoger el primero. En repetidas ocasiones la afirmación “Qué ella sepa que no voy a dejar de tomar” ha surgido en procesos terapéuticos que hemos conducido, y aún así quien realiza esta afirmación niega que pueda existir algún problema de adicción. Asimismo, en terapia los cónyuges podrían advenir en conocimiento de que sus continuas discusiones comúnmente se dan en un contexto de bebida de alcohol, así como también los episodios de agresiones. Es necesario señalar que en casos de adicciones, los adictos siempre colocan su adicción primero. ¿Por qué esta resistencia y cuáles son las implicaciones de esta situación en el funcionamiento de una relación de pareja? ¿En qué es distinta la adicción al alcohol del resto de las adicciones?

La realidad es que hay quienes afirman que existen aparentes efectos positivos en el consumo de alcohol, que incluyen principalmente reducción temporal del estrés y la ansiedad, mayor sociabilidad y una posible, aunque incierta y debatida, disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas cuando se consume en cantidades leves a moderadas. Algunos académicos de renombre afirman que el alcohol puede mejorar temporalmente el estado de ánimo, y reducir la tensión y la timidez, especialmente en entornos sociales.

El consumo de alcohol es legal en Puerto Rico y los EE. UU. y el hecho innegable es que la mayoría de los estadounidenses lo consume con regularidad. En algunos círculos sociales, incluso, podrían cuestionar al no bebedor por su decisión de no consumir alcohol. Hay incontables anuncios de alcohol en vallas publicitarias, televisión, radio, revistas e internet. Las compañías de bebidas alcohólicas gastan mucho dinero en publicidad, intentando hacer que el beber se perciba como glamuroso y divertido. Con el alcohol tan fácilmente disponible en casi todas las ciudades de Estados Unidos, es fácil olvidar lo dañina y adictiva que es esta práctica. Infortunadamente, quien quiera dejar de beber tiene una tarea difícil por delante debido a la intensa sociabilidad del alcohol y a que éste no necesariamente le requiere al adicto una dosis diaria o continua. El alcohol mata a 2,6 millones de personas en todo el mundo cada año, muchas más muertes que las causadas por las drogas ilegales.

Razones comunes para la falta de conciencia

Las personas con problemas de uso de alcohol pueden no creer que tienen una adicción debido a la negación, un potente mecanismo de defensa que les impide reconocer su problema. Otras razones incluyen el desarrollo de tolerancia funcional, que les permite beber en exceso sin mostrar signos de intoxicación, la creencia de que su problema no es lo suficientemente grave como para ser llamado «adicción» y la idea social errónea de que «consumir en exceso» no es lo mismo que un trastorno por uso de alcohol o una conducta de dependencia. La realidad es que las personas pueden creer que no tienen una «adicción» porque su conducta, tal vez, no se ajusta a los estereotipos del alcoholismo grave. Aún podrían mantener funcionales algunos aspectos de su vida, como el ir a trabajar, lo que ven como una prueba “fehaciente” de que no son realmente adictos. El término «alcohólico funcional» describe a alguien que bebe en exceso, pero que aún puede gestionar sus responsabilidades diarias, lo que puede fomentar una sensación de control y ocultar la naturaleza problemática de su consumo. La falta de percepción del problema como problema reduce significativamente la motivación para buscar ayuda o tratamiento. La negación y la falta de autoconciencia pueden ser increíblemente frustrantes para el cónyuge que presencia la situación, pero no logra persuadir a la persona para que busque ayuda.

El consumo de alcohol y su impacto en la relación de pareja

Por más que en terapia se les trate de explicar, las personas simplemente tienden a no ver la relación entre estas variables. Pero sí la hay. Una razón para esta asociación puede incluir el aumento del estrés en la relación cuando uno de los miembros de la pareja se involucra en un consumo peligroso de alcohol. Debido a que el consumo desmedido de alcohol se asocia con un mayor riesgo de participar en una variedad de comportamientos peligrosos, como conducir en estado de ebriedad, violencia de pareja y consumo de drogas ilícitas, las parejas en relaciones románticas pueden ponerse en riesgo a sí mismas y a su pareja cuando beben en exceso, lo que a su vez puede afectar negativamente el funcionamiento de la relación. Además, la preocupación por las consecuencias negativas del consumo excesivo de alcohol y el bienestar de la relación puede llevar a las parejas diádicas a experimentar intercambios negativos más frecuentes (por ejemplo, discusiones) y afecto negativo hacia el cónyuge. En general, estos resultados negativos asociados con el consumo peligroso de alcohol pueden colocar a las personas que beben en exceso en mayor riesgo de disfunción en la relación.

Además del mayor riesgo de disfunción relacional que genera el consumo de alcohol, los bebedores también pueden ser menos propensos a involucrarse activamente en el mejoramiento de su relación por diversas razones. En primer lugar, los bebedores pueden no valorar tanto la salud o el bienestar de sus relaciones íntimas, porque en realidad valoran más otras cosas. En segundo lugar, las personas que beben en exceso pueden recurrir al alcohol en momentos de estrés o problemas relacionales como forma de lidiar con experiencias desagradables, y así dirigir su atención a medicar el afecto negativo a través la bebida en lugar de trabajar activamente para mejorar su relación. Esta automedicación puede desviar la atención de los problemas experimentados en una relación disfuncional y reducir la motivación para trabajar activamente por mejorarla. Este aumento en el consumo de alcohol puede provocar una mayor frecuencia o intensidad de interacciones negativas como la violencia física y la agresión verbal. Por lo tanto, si bien el consumo excesivo de alcohol puede generar mayores riesgos de problemas de pareja, también puede impedir que las personas participen activamente en el proceso de cambio para resolver los mismos.

Así las cosas, es necesario clarificar que la presencia de cualquier tipo de adicción, incluyendo el uso y abuso del alcohol, imposibilita que se pueda conducir cualquier tipo de procedimiento terapéutico con la pareja. Los problemas de adicción o de posible adicción deben ser resueltos previo a intentar este recurso terapéutico.

Señales de alarma

Si usted y/o su pareja bebe alcohol, estas son algunas de las señales de que su consumo podría estar afectando la relación:

  • Distanciamiento. Usted y/o su pareja no está emocionalmente disponible, se distancia emocionalmente o se distancia de la relación.
  • Agresiones físicas. Las probabilidades son altas de que una persona con problemas de uso de alcohol se torne físicamente agresiva.
  • Aumento en conflictos. La relación experimenta un aumento de conflictos, desacuerdos y peleas.
  • Cambios de la conducta social. Usted y/o su pareja pasa más tiempo en situaciones sociales donde hay alcohol.
  • Disfunciones sexuales. Usted y/o su pareja presenta disfunciones sexuales, tales como problemas de erección, problemas con la excitación, disminución del deseo, insatisfacción con los orgasmos o incapacidad para alcanzarlos.
  • Falta el dinero. La relación experimenta problemas financieros.
  • Cambian las prioridades. Para usted y/o su pareja el alcohol se vuelve más importante que la relación.
  • Cambios en la personalidad. Usted y/o su pareja se convierte en una persona diferente cuando bebe.
  • Deshonestidad. Usted y/o su pareja es deshonesto en cuanto a sus hábitos de consumo de alcohol.
  • Aislamiento. Usted y/o su pareja ha reemplazado ciertas actividades que antes disfrutaba (como compartir en pareja, con amistades o en familia) con el alcohol.

Conclusión

En definitiva, va a ser difícil que un adicto acepte que tiene una adicción, al igual que va a ser difícil que alguien que tiene problemas con el uso y abuso del alcohol muestre intenciones de parar su consumo.  El alcohol daña y/o mata las relaciones románticas al dificultar la comunicación, alterar el estado de ánimo y provocar comportamientos como la negligencia emocional, el aumento de los conflictos y la inestabilidad financiera. El consumo excesivo de alcohol puede hacer que las parejas se sientan desconectadas, ignoradas o inseguras, lo que fomenta la desconfianza, el resentimiento y la ruptura del compromiso y el afecto. Este daño suele ser recíproco, creando un círculo vicioso donde los problemas de pareja y los problemas con el alcohol se agravan mutuamente. La gran mayoría de las consecuencias del consumo de alcohol son negativas, y las relaciones dañadas son una consecuencia común. Cualquier persona que esté lidiando con un trastorno por abuso de alcohol debe buscar ayuda profesional para adquirir las habilidades y herramientas de afrontamiento adecuadas para superar esta adicción. Es fundamental que la pareja responsabilice a su ser querido y lo apoye durante su recuperación sin intentar intervenir ni realizar la labor de terapeuta.