Los malditos hombres son como los malditos autobuses – Esperas alrededor de un año y tan pronto se acerca uno, dos o tres más aparecen. Los miras prender sus señales, ofreciéndote transportación. Estás tratando de leer sus rutas, no tienes mucho tiempo para decidir. Si cometes un error, no hay vuelta atrás. Saltas, y te paras allí y contemplas, mientras los carros, los taxis y los camiones pasan. Y los minutos, las horas, los días.