Odiar a quien más daña es al que odia. Odiar no es un alivio para el alma lastimada, es una abrasión que mantiene el alma herida, sin curar e hipersensitiva.
– Sarah Dessen –
Era un muchacho que le gustaban las imperfecciones, que las veía no como defectos, sino como fortalezas. ¿Quién diría que tal persona podría existir o qué podría haber pasado si nos hubiésemos encontrado en circunstancias distintas? Tal vez, en un mundo perfecto. Pero no en éste.