¿Qué significa transgénero?

No existe una única forma de ser transgénero, ni una única manera para que las personas transgénero se vean o sientan bien consigo mismas.

Transgénero es un término general que describe a las personas cuya identidad o expresión de género no coincide con el sexo que les asignaron al nacer. Por ejemplo, una persona transgénero puede identificarse como mujer a pesar de haber nacido con genitales masculinos.

Alrededor de 1,4 millones de adultos en Estados Unidos se identifican como transgénero, según una investigación de 2016 realizada por el Williams Institute de California University. Esta investigación encontró que el 0,8% de los adultos en California, Georgia, Hawaii y Nuevo México se identifican como transgénero, en comparación con el 0,3% de los adultos en Iowa, Montana, Dakota del Norte, Dakota del Sur y Wyoming que se identifican como tales.

Ser transgénero significa cosas diferentes para diferentes personas, según el National Center for Transgender Equality. «No existe una única forma de ser transgénero, ni una única manera para que las personas transgénero se vean o sientan bien consigo mismas», dice esta organización en su sitio “web”.

El sentido interno de una persona de ser hombre, mujer o cualquier otra cosa es su identidad de género. Para las personas cisgénero o no transgénero, su identidad de género coincide con el sexo que le asignaron al nacer. Para las personas transgénero, ambos aspectos no coinciden.
A veces, la identidad de género de una persona no encaja perfectamente entre dos opciones. Las personas que se ven a sí mismas como hombres y mujeres, ni hombres ni mujeres o que quedan completamente fuera de estas categorías pueden identificarse como “genderqueer”, según la Human Rights Campaign (HRC), una organización de defensa de la comunidad LGBTQ (LGBTQ se refiere a la comunidad de personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y queer).

La forma en que una persona comunica su identidad de género (a través de la vestimenta, el comportamiento, la voz o las características corporales) es su expresión de género. Según el HRC, la expresión de género de una persona puede o no alinearse con las expectativas de masculinidad o feminidad de la sociedad. El concepto «no conforme con el género» («gender non-conforming») se refiere a personas cuya expresión de género es diferente de las expectativas sociales de masculinidad o feminidad. Sin embargo, no todas las personas no conformes con el género se identifican como transgénero, y no todas las personas transgénero se identifican como no conformes con el género.

Según el HRC, la comprensión del público sobre la identidad y expresión de género está evolucionando a medida que más personas transgénero comparten sus historias. Sexo y género son dos conceptos diferentes. El sexo de una persona se refiere a su condición biológica de hombre o mujer. La determinación del sexo de una persona depende principalmente de diversas características físicas, incluidos los cromosomas, la anatomía reproductiva y las hormonas sexuales, según la American Psychological Association (APA). El género, por otro lado, es una construcción social que focaliza los comportamientos, roles y actividades socialmente esperados y típicamente asociados con los diferentes sexos, dice la APA. Los roles de género, que varían según las culturas, influyen en cómo las personas actúan y se sienten acerca de sí mismas.

Es necesario aclarar que la orientación sexual (gay, lesbiana, bisexual, asexual) es diferente de la identidad de género. La orientación sexual es la atracción física, emocional o romántica de una persona hacia otra, mientras que la identidad de género tiene que ver con el propio sentido de sí mismo y de quien se es. Las personas transgénero pueden ser heterosexuales, lesbianas, gays o bisexuales. Por ejemplo, una persona que nace con genitales masculinos puede pasar a ser mujer, pero puede sentirse atraída por las mujeres. En este caso, la persona puede identificarse como lesbiana aunque haya nacido con genitales masculinos. Esto puede ser difícil de entender y de procesar para muchas personas.

Otra aclaración necesaria es que ser transgénero no es un trastorno mental. No se puede «curar» porque no hay nada que curar. Según el HRC, las personas transgénero pueden experimentar una desconexión persistente entre el sexo asignado y su sentido interno de quiénes son. Los profesionales médicos se refieren a esta desconexión como disforia de género porque puede causar dolor y angustia en la vida de las personas transgénero.

En 2012, la American Psychiatric Association anunció que una nueva versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) reemplazaría el término «trastorno de identidad de género» por el término más neutral conocido como «disforia de género». En 2019, la Organización Mundial de la Salud eliminó el término «trastorno de identidad de género» de su lista de enfermedades mentales.

Las investigaciones han demostrado que las personas transgénero corren un alto riesgo de sufrir prejuicios, discrimen y problemas de salud mental. La National Transgender Discrimination Survey de 2015 encontró que el 60% de los proveedores de atención médica rechazan el tratamiento a personas transgénero. Además, la investigación encontró que entre el 64% y el 65% de las personas transgénero encuestadas sufrieron violencia física o sexual en el trabajo, y entre el 63% y el 78% sufrieron violencia física o sexual en la escuela.

En la versión más reciente de esta encuesta, realizada en 2015, los resultados revelaron que incluso los niños están en riesgo: aquellos en los grados K a 12 que se declararon transgénero reportaron haber sido acosados verbalmente (54%), atacados físicamente (24%) y agredidos sexualmente (13%) debido a su identidad sexual.

Las personas transgénero a menudo enfrentan discriminación incluso cuando usan el baño. En una encuesta de estadounidenses de 2016 realizada por CBS y The New York Times, el 46% de los encuestados dijo que aquellos que son transgénero deberían usar los baños asignados a su género de nacimiento, mientras que el 41% dijo que dichas personas deberían poder usar el baño que coincida con sus identidades. En mayo de 2016, los departamentos de Educación y Justicia de EE. UU. intervinieron para aconsejar a los distritos escolares que permitieran a los estudiantes transgénero usar baños y vestuarios que coincidieran con las identidades de género de los estudiantes. En respuesta, varios estados se unieron a una demanda, afirmando que el gobierno federal se había extralimitado en su autoridad.

Debido a la discriminación y otros factores, la tasa de suicidio entre las personas transgénero es alta. El Suicide Prevention Resource Center informa que más del 83% de las personas transgénero habían pensado en el suicidio y el 54% lo habían intentado.

El consumo de alcohol y las relaciones de pareja

Con frecuencia encontramos que el tema del consumo de alcohol por parte de uno o ambos cónyuges surge de manera espontánea y consistente durante las sesiones de terapia, y aún así el o los cónyuges suelen mostrarse aprensivos ante la idea de que pueda existir un problema de dependencia o de uso de alcohol en la relación. En nuestra práctica profesional, hemos notado que las personas tienden a privilegiar el uso del canabis, el uso del alcohol y el uso de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería (lo que personalmente he denomiando como el “big trio”) por encima de su relación de pareja. O sea, de encontrarse en un “catch 22″ donde se vean obligados a escoger entre el “big trio” o su relación de pareja, tienden a escoger el primero. En repetidas ocasiones la afirmación “Qué ella sepa que no voy a dejar de tomar” ha surgido en procesos terapéuticos que hemos conducido, y aún así quien realiza esta afirmación niega que pueda existir algún problema de adicción. Asimismo, en terapia los cónyuges podrían advenir en conocimiento de que sus continuas discusiones comúnmente se dan en un contexto de bebida de alcohol, así como también los episodios de agresiones. Es necesario señalar que en casos de adicciones, los adictos siempre colocan su adicción primero. ¿Por qué esta resistencia y cuáles son las implicaciones de esta situación en el funcionamiento de una relación de pareja? ¿En qué es distinta la adicción al alcohol del resto de las adicciones?

La realidad es que hay quienes afirman que existen aparentes efectos positivos en el consumo de alcohol, que incluyen principalmente reducción temporal del estrés y la ansiedad, mayor sociabilidad y una posible, aunque incierta y debatida, disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y otras enfermedades crónicas cuando se consume en cantidades leves a moderadas. Algunos académicos de renombre afirman que el alcohol puede mejorar temporalmente el estado de ánimo, y reducir la tensión y la timidez, especialmente en entornos sociales.

El consumo de alcohol es legal en Puerto Rico y los EE. UU. y el hecho innegable es que la mayoría de los estadounidenses lo consume con regularidad. En algunos círculos sociales, incluso, podrían cuestionar al no bebedor por su decisión de no consumir alcohol. Hay incontables anuncios de alcohol en vallas publicitarias, televisión, radio, revistas e internet. Las compañías de bebidas alcohólicas gastan mucho dinero en publicidad, intentando hacer que el beber se perciba como glamuroso y divertido. Con el alcohol tan fácilmente disponible en casi todas las ciudades de Estados Unidos, es fácil olvidar lo dañina y adictiva que es esta práctica. Infortunadamente, quien quiera dejar de beber tiene una tarea difícil por delante debido a la intensa sociabilidad del alcohol y a que éste no necesariamente le requiere al adicto una dosis diaria o continua. El alcohol mata a 2,6 millones de personas en todo el mundo cada año, muchas más muertes que las causadas por las drogas ilegales.

Razones comunes para la falta de conciencia

Las personas con problemas de uso de alcohol pueden no creer que tienen una adicción debido a la negación, un potente mecanismo de defensa que les impide reconocer su problema. Otras razones incluyen el desarrollo de tolerancia funcional, que les permite beber en exceso sin mostrar signos de intoxicación, la creencia de que su problema no es lo suficientemente grave como para ser llamado «adicción» y la idea social errónea de que «consumir en exceso» no es lo mismo que un trastorno por uso de alcohol o una conducta de dependencia. La realidad es que las personas pueden creer que no tienen una «adicción» porque su conducta, tal vez, no se ajusta a los estereotipos del alcoholismo grave. Aún podrían mantener funcionales algunos aspectos de su vida, como el ir a trabajar, lo que ven como una prueba “fehaciente” de que no son realmente adictos. El término «alcohólico funcional» describe a alguien que bebe en exceso, pero que aún puede gestionar sus responsabilidades diarias, lo que puede fomentar una sensación de control y ocultar la naturaleza problemática de su consumo. La falta de percepción del problema como problema reduce significativamente la motivación para buscar ayuda o tratamiento. La negación y la falta de autoconciencia pueden ser increíblemente frustrantes para el cónyuge que presencia la situación, pero no logra persuadir a la persona para que busque ayuda.

El consumo de alcohol y su impacto en la relación de pareja

Por más que en terapia se les trate de explicar, las personas simplemente tienden a no ver la relación entre estas variables. Pero sí la hay. Una razón para esta asociación puede incluir el aumento del estrés en la relación cuando uno de los miembros de la pareja se involucra en un consumo peligroso de alcohol. Debido a que el consumo desmedido de alcohol se asocia con un mayor riesgo de participar en una variedad de comportamientos peligrosos, como conducir en estado de ebriedad, violencia de pareja y consumo de drogas ilícitas, las parejas en relaciones románticas pueden ponerse en riesgo a sí mismas y a su pareja cuando beben en exceso, lo que a su vez puede afectar negativamente el funcionamiento de la relación. Además, la preocupación por las consecuencias negativas del consumo excesivo de alcohol y el bienestar de la relación puede llevar a las parejas diádicas a experimentar intercambios negativos más frecuentes (por ejemplo, discusiones) y afecto negativo hacia el cónyuge. En general, estos resultados negativos asociados con el consumo peligroso de alcohol pueden colocar a las personas que beben en exceso en mayor riesgo de disfunción en la relación.

Además del mayor riesgo de disfunción relacional que genera el consumo de alcohol, los bebedores también pueden ser menos propensos a involucrarse activamente en el mejoramiento de su relación por diversas razones. En primer lugar, los bebedores pueden no valorar tanto la salud o el bienestar de sus relaciones íntimas, porque en realidad valoran más otras cosas. En segundo lugar, las personas que beben en exceso pueden recurrir al alcohol en momentos de estrés o problemas relacionales como forma de lidiar con experiencias desagradables, y así dirigir su atención a medicar el afecto negativo a través la bebida en lugar de trabajar activamente para mejorar su relación. Esta automedicación puede desviar la atención de los problemas experimentados en una relación disfuncional y reducir la motivación para trabajar activamente por mejorarla. Este aumento en el consumo de alcohol puede provocar una mayor frecuencia o intensidad de interacciones negativas como la violencia física y la agresión verbal. Por lo tanto, si bien el consumo excesivo de alcohol puede generar mayores riesgos de problemas de pareja, también puede impedir que las personas participen activamente en el proceso de cambio para resolver los mismos.

Así las cosas, es necesario clarificar que la presencia de cualquier tipo de adicción, incluyendo el uso y abuso del alcohol, imposibilita que se pueda conducir cualquier tipo de procedimiento terapéutico con la pareja. Los problemas de adicción o de posible adicción deben ser resueltos previo a intentar este recurso terapéutico.

Señales de alarma

Si usted y/o su pareja bebe alcohol, estas son algunas de las señales de que su consumo podría estar afectando la relación:

  • Distanciamiento. Usted y/o su pareja no está emocionalmente disponible, se distancia emocionalmente o se distancia de la relación.
  • Agresiones físicas. Las probabilidades son altas de que una persona con problemas de uso de alcohol se torne físicamente agresiva.
  • Aumento en conflictos. La relación experimenta un aumento de conflictos, desacuerdos y peleas.
  • Cambios de la conducta social. Usted y/o su pareja pasa más tiempo en situaciones sociales donde hay alcohol.
  • Disfunciones sexuales. Usted y/o su pareja presenta disfunciones sexuales, tales como problemas de erección, problemas con la excitación, disminución del deseo, insatisfacción con los orgasmos o incapacidad para alcanzarlos.
  • Falta el dinero. La relación experimenta problemas financieros.
  • Cambian las prioridades. Para usted y/o su pareja el alcohol se vuelve más importante que la relación.
  • Cambios en la personalidad. Usted y/o su pareja se convierte en una persona diferente cuando bebe.
  • Deshonestidad. Usted y/o su pareja es deshonesto en cuanto a sus hábitos de consumo de alcohol.
  • Aislamiento. Usted y/o su pareja ha reemplazado ciertas actividades que antes disfrutaba (como compartir en pareja, con amistades o en familia) con el alcohol.

Conclusión

En definitiva, va a ser difícil que un adicto acepte que tiene una adicción, al igual que va a ser difícil que alguien que tiene problemas con el uso y abuso del alcohol muestre intenciones de parar su consumo.  El alcohol daña y/o mata las relaciones románticas al dificultar la comunicación, alterar el estado de ánimo y provocar comportamientos como la negligencia emocional, el aumento de los conflictos y la inestabilidad financiera. El consumo excesivo de alcohol puede hacer que las parejas se sientan desconectadas, ignoradas o inseguras, lo que fomenta la desconfianza, el resentimiento y la ruptura del compromiso y el afecto. Este daño suele ser recíproco, creando un círculo vicioso donde los problemas de pareja y los problemas con el alcohol se agravan mutuamente. La gran mayoría de las consecuencias del consumo de alcohol son negativas, y las relaciones dañadas son una consecuencia común. Cualquier persona que esté lidiando con un trastorno por abuso de alcohol debe buscar ayuda profesional para adquirir las habilidades y herramientas de afrontamiento adecuadas para superar esta adicción. Es fundamental que la pareja responsabilice a su ser querido y lo apoye durante su recuperación sin intentar intervenir ni realizar la labor de terapeuta.