Sin lugar a dudas, el tema de la comunicación es de gran preocupación en las relaciones de pareja. El que los cónyuges conversen no necesariamente es la solución. La comunicación, por lo tanto, debe ser efectiva. En un proceso de comunicación saludable, los cónyuges se sienten escuchados, comprendidos, respetados y tomados en cuenta. En terapia analizamos los patrones de comunicación en la relación para determinar cómo pueden ser mejorados.
Relación con el proceso de terapia
- La terapia de pareja ofrece un espacio estructurado donde cada miembro tiene tiempo para hablar y para ser escuchado, reduciendo interrupciones, gritos y malentendidos.
- El terapeuta enseña a usar un lenguaje más claro y específico, ayudando a pasar de reproches generales (“siempre haces…”) a mensajes concretos sobre situaciones y conductas.
- A través del proceso terapéutico, la pareja aprende a usar mensajes en primera persona (“yo siento”, “yo necesito”) que disminuyen la crítica y la defensa, y favorecen la empatía.
- La terapia promueve la escucha activa: prestar atención, no interrumpir, sintetizar lo que el otro dijo y verificar si se entendió correctamente.
- Se trabajan habilidades para expresar desacuerdos sin atacar la dignidad del otro, diferenciando entre criticar una conducta y descalificar a la persona.
- El terapeuta ayuda a identificar y modificar patrones tóxicos de comunicación (sarcasmo, desprecio, evasión, silencios prolongados) que dañan el vínculo.
- En sesión se ensayan nuevas formas de diálogo, de manera que la pareja pueda practicar y recibir retroalimentación inmediata sobre cómo se comunican.
- La terapia ayuda a que la pareja desarrolle un “idioma común” para hablar de temas difíciles, creando acuerdos sobre cuándo, cómo y en qué tono abordar conversaciones sensibles.
- Con el tiempo, estas habilidades se generalizan fuera del consultorio, mejorando la capacidad de la pareja para resolver problemas cotidianos y mantener conversaciones más cercanas y respetuosas.
