En general, se piensa que la terapia de pareja está «contraindicada» en relaciones abusivas. El abuso es a menudo un patrón de cómo alguien responde a una variedad de personas y situaciones. Por ejemplo, alguien que abusa en casa no necesariamente suele ser también abusivo en el trabajo o con amigos. Si bien a veces es posible lograr avances con los abusadores en el tratamiento psicológico y hacer que apliquen ese crecimiento a las relaciones externas, el riesgo para la pareja generalmente se considera demasiado grande.
En terapia de parejas se le pide a los cónyuges que confíen el uno en el otro y se vuelvan vulnerables el uno al otro. Las personas abusivas pueden aprovecharse de la vulnerabilidad de su pareja, ya sea durante las sesiones de terapia o después. Las parejas abusivas a menudo no están preparadas para afrontar el crecimiento personal que se requiere en la terapia de pareja.
En cambio, es mejor que los abusadores busquen terapia individual para su problema de manejo del coraje o su comportamiento controlador, mientras que las víctimas de abuso prioricen su seguridad y la de su familia desasociándose de ese entorno. Esto podría incluir la separación e incluso la protección contra el abusador, así como terapia de apoyo, la terapia psicológica para la concienciación de las propias elecciones y comportamientos en las relaciones y tal vez terapia psicológica en traumas. Existen especialistas en todas estas áreas.
La motivación para el cambio es clave para que el abusador acepte ayuda. Quizás notes que no todos los abusadores o tipos de abuso son equivalentes. Es común en algunas relaciones que los miembros de la pareja se abusen mutuamente, verbal, emocional o, incluso, físicamente. Si no está seguro de su caso, busque orientación y ayuda. Varias organizaciones gubernamentales y sin fines de lucro ofrecen servicios gratuitos en estos casos. Si le preocupa cómo reaccionaría su pareja ante esto, es una señal de que su situación puede ser más grave y es importante que obtenga ayuda y apoyo profesional de manera confidencial y urgente.
Relación con el proceso de terapia
- En situaciones de violencia doméstica, la prioridad absoluta es la seguridad física y emocional de la persona afectada; la terapia de pareja no puede garantizar esa seguridad y, de hecho, puede exponer aún más a la víctima.
- La violencia implica un abuso de poder y control, no solo “problemas de comunicación”; la terapia de pareja parte de cierta simetría entre ambos miembros, algo que no existe cuando hay maltrato.
- Al llevar a la persona agresora y a la víctima a la misma sesión, se corre el riesgo de que la víctima se sienta vigilada, se autocensure o tenga represalias al salir de la consulta por lo hablado allí.
- Si no se reconoce la dinámica de abuso, la terapia de pareja puede, sin querer, transmitir la idea de que ambos son igualmente responsables de la violencia, lo que aumenta la culpa y la confusión de la víctima.
- La violencia doméstica requiere intervenciones especializadas (refugios, líneas de ayuda, asesoría legal, programas para agresores, terapia individual de apoyo) que ponen el foco en la protección y en la responsabilidad de quien ejerce la violencia.
- Los protocolos éticos y de buenas prácticas desaconsejan el uso de terapia de pareja cuando hay violencia activa, amenazas graves o miedo intenso, precisamente por el alto riesgo de revictimización.
- En estos casos, es más apropiado que la persona afectada reciba apoyo individual especializado para diseñar un plan de seguridad, tomar decisiones informadas y acceder a recursos comunitarios.
- También es posible que la persona agresora necesite un tratamiento específico para la violencia, el control de la ira u otros problemas, pero esto se hace de forma separada y con un encuadre distinto al de la terapia de pareja.
- Solo si la violencia ha cesado hace tiempo, se han asumido responsabilidades y se ha trabajado en profundidad el patrón de abuso en otros espacios, podría considerarse más adelante un trabajo de pareja, y siempre con mucha cautela profesional.
- Si alguien está en riesgo inmediato o teme por su vida, lo más importante no es acudir a terapia de pareja, sino contactar servicios de emergencia, líneas de ayuda locales o recursos especializados en violencia doméstica para recibir protección y orientación urgente.

