Por: Albert Einstein

Pero sin una reflexión profunda, uno sabe por las experiencias diarias, que uno existe para otra persona – primero que todo para aquellos de cuyas sonrisas y bienestar nuestra propia felicidad es enteramente dependiente, y luego, para los muchos, desconocidos por nosotros, cuyos destinos están unidos por los lazos de la solidaridad.

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