La terapia de parejas inmediatamente después de una infidelidad

Con frecuencia, en los consultorios psicológicos recibimos casos de parejas que acaban de pasar por una situación de infidelidad por parte de uno de sus miembros. Tienden a ir a terapia no teniendo claro el porqué o la finalidad de la ayuda psicológica que solicitan y, en ocasiones, forzando a su pareja a asistir en contra de su voluntad.

¿Por qué ocurre la infidelidad?

Más allá de los motivos científicos y evolutivos que rodean esta situación, las personas son infieles por muchas razones, que varían según el caso, pero principalmente se debe a la falta de amor o conexión emocional, la sensación de abandono, la búsqueda de validación o nuevas experiencias, los roles de género y las expectativas sociales, el aprendizaje vicario, falta de compromiso, falta de apego y de sentido de pertenencia por traumas pasados, o factores externos como el estrés, el alcohol, el uso de sustancias o la presencia de oportunidades fortuitas. Estas últimas son de particular interés porque las oportunidades fortuitas son situaciones inesperadas y casuales, no buscadas directamente, que se presentan de forma repentina y pueden ser aprovechadas para obtener un beneficio o ventaja. Son coyunturas temporales y circunstanciales, que llegan a través de ofertas, sugerencias o solicitudes de terceros, o por sucesos externos, y requieren que la persona reconozca su valor para aceptarlas y sacarles provecho. Los cónyuges, sobre todo aquellos que continúan con estilos de vida propios de la soltería luego de haber entrado en una relación formal de pareja, están más propensos a involucrarse en situaciones que involucran oportunidades fortuitas, como las actividades de socialización sin la presencia de su pareja e interacciones virtuales en redes sociales y aplicaciones de mensajería.

La infidelidad genera un torbellino de emociones, como ira, deseos de venganza y de castigo a la pareja, tristeza, traición y culpa, entre otras. La terapia psicológica brindará un espacio para que ambos miembros de la pareja procesen estas emociones de forma saludable. Aprenderán a expresar sus sentimientos de forma constructiva, así como a escuchar y empatizar con el dolor del otro o de la otra.

¿Está la terapia de pareja indicada inmediatamente después de una infidelidad?

La respuesta es sí y no, pero mayormente no. En términos generales, es muy recomendable buscar terapia inmediatamente después de una infidelidad, ya que cuanto antes se comience un tratamiento, mejor será el resultado potencial. Un terapeuta adiestrado puede brindar un espacio seguro para procesar emociones abrumadoras, ayudar a establecer una comunicación más sana y abordar los problemas subyacentes, fortaleciendo así la posibilidad de sanación, ya sea reconstruyendo la relación o propiciando una separación de forma constructiva.

Sin embargo, no todas las parejas se benefician de la terapia psicológica para parejas inmediatamente después de una infidelidad. La víctima de una infidelidad, siendo distinto para hombres y para mujeres, podría experimentar una variedad de efectos psicológicos y emocionales intensos, como trauma, ansiedad, depresión, ira, vergüenza, culpa y graves problemas de confianza. La pareja traicionada puede experimentar síntomas similares al trastorno de estrés postraumático, como “flashbacks”, pesadillas y dificultad para confiar en los demás, mientras que la pareja infiel puede lidiar con una culpa y una vergüenza abrumadores. Estos efectos pueden ser duraderos y afectar la autoestima, las relaciones futuras y el bienestar emocional en general.

Aunque cada situación es distinta, generalmente, la terapia psicológica para parejas luego de una infidelidad se centra en permitir que la persona engañada exprese sus sentimientos y evalúe lo que sucedía antes de la infidelidad, y el estado en que se encontraba la relación. Esto, por supuesto, no justifica la infidelidad ni invalida los sentimientos de la víctima dado que el hecho innegable es que el contrato marital fue roto y que las relaciones monógamas consisten de la exclusividad sexual entre dos seres humanos.

Sin embargo, para poder progresar, ambos cónyuges necesitan estar en la misma sintonía, necesitan ser capaces de examinar lo que estaba pasando en su relación antes del evento y ser completamente honestos sobre cómo han llegado a este punto. Ambos cónyuges deben poder tomar medidas para acercarse mutuamente y el perdón debe ser una opción inmediata. No importa cuán dolorosa haya sido la situación, ambos cónyuges, deben poder escucharse mutuamente con un espíritu de comprensión. En terapia, surgirá información que podría ser dolorosa y difícil de procesar o entender, pero si los cónyuges no están en la disposición de hacerlo ya sea porque el dolor es muy fuerte o porque el perdón no es una opción inmediata, es preferible que no se involucren de inmediato en un procedimiento terapéutico para parejas ya que podría ser una acción abrasiva que tiene el potencial de actuar de manera contraria a la que se pretende. En casos como estos, la terapia individual podría ser una mejor alternativa. Si alguno de los miembros de la pareja está demasiado abrumado o agitado para participar de manera activa y efectiva en terapia de pareja, las sesiones individuales pueden ser beneficiosas, primero, para procesar sus emociones únicas y, segundo, para ganar conciencia de sí mismo. Una vez que las personas tienen una mejor comprensión de sus emociones, la terapia de pareja puede comenzar a abordar la dinámica de la relación, reconstruir la confianza y trabajar hacia la reconciliación o una separación saludable.

Conclusión

En definitiva, las parejas candidatas a terapia de pareja inmediatamente después de una infidelidad son pocas, y son aquellas que están dispuestas a esforzarse. Son aquellas que asisten a las sesiones incluso si el proceso las agota y las abruma. Son aquellas en las que ambos miembros de la pareja asumen la responsabilidad de ciertos comportamientos y demuestran cambios conductuales activos. Son aquellas en las que los cónyuges trabajan juntos para construir una relación completamente diferente a la que tenían.

La infidelidad, ¿qué es y por qué ocurre? | Parte II

La infidelidad a menudo resulta en un daño emocional profundo y es una violación de un acuerdo previo hecho entre la pareja con respecto a su exclusividad sexual y/o emocional. La infidelidad resulta porque uno de los cónyuges no está informado ni consiente en la relación extramarital. Lo que determina si una persona ha sido infiel o no depende de si se han respetado los acuerdos de exclusividad predeterminados, y no necesariamente de si la relación es monógama o no monógama.

¿Por qué las personas son infieles?

Este artículo sobre la monogamia puede ofrecer algunas respuestas. Según una investigación realizada por General Social Survey, los hombres tienen más probabilidades de ser infieles que las mujeres: el 20% de los hombres y el 13% de las mujeres, según esta encuesta, afirman haber tenido relaciones sexuales con alguien que no es su pareja en la relación primaria. Existe una escuela de pensamiento en psicología que dice que si una mujer es infiel es más probable que sea una señal del fin de su relación primaria opuesto a cuando es el hombre el que lleva a cabo la conducta. Y, de hecho, este puede ser un dato certero puesto que hombres y mujeres tienden a pensar y sentir de manera diferente sobre el sexo y las relaciones en general.

En general, los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de poder compartimentar o aislar el sexo de las conexiones íntimas. Para muchos hombres, el sexo es sólo sexo y las relaciones son las relaciones, y ambas no necesariamente se superponen. Por lo tanto, un hombre que es infiel casualmente puede hacerlo sin sentir un grado significativo de conexión emocional con una amante, mientras que una mujer que es infiel podría ver las cosas de manera diferente, esto es, el sexo y la conexión emocional entremezclados, de manera que para ellas la compartimentación es más difícil.

Dicho de otra manera, cuando las mujeres son infieles, generalmente hay un elemento de déficit en su relación principal, también hay un elemento de romance, intimidad, conexión o amor con otra persona. Los hombres, por otro lado, son más propensos a ser infieles para satisfacer sus impulsos o urgencias sexuales, con menos pensamientos de intimidad. Por supuesto, algunos hombres son infieles porque sienten amor además de atracción sexual por una persona externa a la relación primaria, pero éste no es el caso de muchos otros: para ellos, la infidelidad puede ser una acción oportunista, principalmente sexual, que, en sus mentes, no afecta su relación primaria. De hecho, cuando se les pregunta, muchos de estos hombres dirán que son muy felices en su relación primaria, que aman a su pareja, que su vida sexual es estupenda y que, a pesar de haber sido infieles, no tienen intención de poner fin a su relación.

Por lo general, los hombres no necesitan estar enamorados para disfrutar del sexo. De hecho, ni siquiera necesitan que les guste mucho la persona; sólo tienen que estar sexualmente excitados. Mientras que para las mujeres el panorama es distinto. Generalmente, es más difícil que una mujer se interese sólo en el sexo porque lo que éstas principalmente buscan es una voz profunda, grandes bíceps, mirada y gesticulaciones rudas, sentido del humor, un chico que les escuche y que tenga el deseo de tener hijos y de formar un hogar juntos. Lo más probable es que esto sea el producto de miles de años de evolución.

Es menos probable que las mujeres actúen como lo hacen los hombres en materia de sexualidad y de aventuras sexuales extramaritales. Para la mayoría de las mujeres, un sentido de intimidad es tan importante como el sexo; muchas veces más importante. Como tal, las mujeres tienden a no ser infieles a menos que sientan una profunda infelicidad en su relación primaria o una conexión íntima fuerte con su pareja extracurricular, y cualquiera de estas dos cosas podría hacer que una mujer abandone su relación.

Consecuencias de la infidelidad

La infidelidad es uno de los temas más estudiados en psicología y está asociada con consecuencias negativas para las relaciones, y la salud mental y física individuales. Múltiples estudios han encontrado que la infidelidad es un predictor importante e independiente del divorcio y la disolución de la relación. La infidelidad también se ha asociado con conflictos y desconfianza en las relaciones de pareja y con una disminución progresiva de la felicidad conyugal. Los terapeutas de pareja han calificado la infidelidad como el tercer problema más difícil para las parejas en terapia, así como el segundo problema más dañino para las relaciones de pareja, sólo detrás del abuso físico.

La infidelidad también se ha asociado con consecuencias psicológicas para los cónyuges individualmente. El descubrimiento de la infidelidad del marido o el inicio de la separación matrimonial por este motivo se asocia con un mayor riesgo de episodios depresivos mayores en las mujeres, problemas de confianza, baja autoestima, ansiedad, ira extrema, inseguridad, sensación de traición, rabia, trastorno de estrés postraumático y dificultad para formar vínculos afectivos en relaciones subsiguientes. La infidelidad está también asociada a trastornos del sueño, trastornos de la alimentación, pérdida de energía, estrés crónico y dolores de cabeza.

Por otro lado, la actividad sexual extramarital se asocia con bajas tasas de uso de condones: sólo entre el 8% y el 12% de las personas que mantienen relaciones sexuales extramatrimoniales son usuarios constantes de condones. Las personas que participan en relaciones sexuales extradiádicas tienen menos probabilidades de adoptar conductas protectoras de salud sexual tanto en sus relaciones sexuales primarias como extradiádicas, en comparación con las personas abiertamente no monógamas. La participación sexual extradiádica también se ha relacionado con una menor probabilidad de realizarse pruebas de enfermedades de transmisión sexual y de sostener discusiones sobre sexo seguro con nuevas parejas sexuales, lo que sugiere que la infidelidad se asocia con mayores conductas sexuales de riesgo más allá de las asociadas con tener múltiples parejas sexuales concurrentes. Hoy en día que los hombres informan involucrarse más que las mujeres en actividades sexuales extradiáticas, combinado con el bajo uso en el uso del condón y la pobre realización de pruebas médicas de enfermedades de transmisión sexual, el potencial de infectar a múltiples mujeres al mismo tiempo, incluyendo a la pareja primaria, es mucho mayor. Esta podría ser la razón por la cual las estadísticas con frecuencia reflejan un mayor número de contagios en mujeres producto de las enfermedades de transmisión sexual.

Recomendaciones

Descubrir la infidelidad de una pareja puede suponer un gran golpe. Es natural sentir emociones intensas o confusas. Algunas personas optan por hablar con un terapeuta sobre estos sentimientos. La terapia individual puede ayudar a alguien que se ha visto afectado por la infidelidad. La terapia también puede ayudar a explicar la respuesta de una persona a la aventura sexual de su pareja. De igual forma, puede centrarse en perdonar, dejar ir o seguir adelante fuera de la relación. Hay muchas maneras de manejar los sentimientos que conlleva la infidelidad. Un terapeuta puede ayudarle a analizar sus opciones.

Aquí algunas otras recomendaciones:

  • Resiste la tentación de confrontar a la tercera persona. Desconociendo lo que llevó a esta tercera persona a involucrarse en la situación, está de más decir que lo que hizo o está haciendo probablemente es moralmente inaceptable. Es importante indicar que este tipo de confrontación puede desembocar en violencia y problemas legales. Ahora bien, debes estar consciente de que esta persona no te debe nada. Esta persona no es tu amiga (¡en la mayoría de los casos!), prima, hermana o hija y, por lo tanto, NO te debe lealtad. En cambio, todo lo que harías al confrontarla es darle poder y tú no quieres hacer eso. Con no reconocer su existencia te proyectas como la persona que eres, la de mayor grandeza en esta situación. Si alguien debe ser confrontada es tu pareja. Está persona fue la que se comprometió contigo a una exclusividad sexual y, por lo tanto, es quien te debe lealtad.
  • Resiste la tentación de conocer los detalles sexuales. Interrogar a tu pareja sobre lo que le hizo a la otra persona sexualmente o lo que la otra persona le hizo a él no ayudará a que te sientas mejor, y sólo lograrás revisitar el trauma una y otra vez.
  • Aborda el problema. Aquí es cuando comienza el verdadero trabajo. Los cónyuges pueden comenzar a trabajar en los problemas que llevaron a la aventura sexual. Habrá altibajos en este proceso. La culpa de uno y la ira de otra pueden mezclarse con el anhelo de que la relación sea como antes. Pero no va a ser como antes. Las parejas pueden beneficiarse si perseveran en esta fase. A menudo son capaces de abordar los problemas desde la raíz de su descontento.
  • Sé paciente. Si tuviste una aventura, ten paciencia con las reacciones de tu pareja, las cuales serán impredecibles e inconsistentes por un tiempo relativamente prolongado. Recuerda que cada persona sana y supera los traumas a su propio tiempo.
  • Sé responsable. Si tuviste una aventura, tu pareja puede tener emociones fuertes, incluida la ira. Evita culpar a tu pareja por tus acciones. No minimices el impacto de tus acciones, de las cuales eres únicamente tú el o la responsable.
  • No decidas de inmediato. Antes de elegir continuar o terminar una relación, tómate el tiempo para sanar, poner en orden tus emociones y comprender qué había detrás de la aventura sexual.
  • Pide perdón y perdona. Esto debe suceder si una pareja desea reconstruir su relación. La persona que tuvo una aventura debe pedir perdón de forma sincera sin justificar sus acciones. La persona que fue engañada debe en algún punto del camino perdonar en términos sólidos. Este proceso no se puede apresurar, pero es necesario para reconstruir una relación.
  • Restaura la confianza. Realiza un plan para restaurar la confianza que pueda conducir a la reconciliación. Esta es una labor de ambos cónyuges. Si eres la persona que fue engañada, exprésale a tu pareja cuáles son tus necesidades que te ayudarán a volver a confiar. Acuerden un cronograma y un proceso para lograrlo.
  • Sigan adelante de forma saludable. De no ser posible la reconciliación, acuerden una disolución en buenos términos, y propónganse la sanación personal. Recurran a la ayuda psicológica profesional de ser necesario.

Conclusión

Como psicólogo, he encontrado que la infidelidad tal vez sea una de las razones más traumáticas que trae a las parejas al consultorio. La infidelidad es un fenómeno difícil de definir puesto que tiene unas implicaciones evolutivas y de género que son de consideración. La definición de infidelidad varía de persona en persona y las parejas comúnmente nunca han hecho el ejercicio de adoptar una definición que funcione para ambos y que sirva como estándar en su relación. Pareciera ser, tal vez, por las implicaciones religiosas que tiene el concepto, que existe la percepción general de que infidelidad significa lo mismo para todo el mundo.

Los hombres tienden a tener menos necesidad de protegerse contra los peligros del sexo casual por parte de sus parejas, por lo que no han desarrollado este detective interior; detective que las mujeres sí han desarrollado y perfeccionado con el tiempo. Los hombres a veces son infieles sólo por tener sexo, incluso cuando están perfectamente felices con su relación primaria. Esta es la razón por la que una relación dañada por la infidelidad de un hombre podría tener más probabilidades de sobrevivir después de que se descubre el acto, a diferencia de cuando es la mujer la que ha sido infiel. Los hombres pueden ser infieles, y de hecho lo son con frecuencia, en una buena relación, y vale la pena salvar las buenas relaciones. Mientras tanto, es más probable que las mujeres sean infieles cuando su relación primaria no va bien, y ese tipo de situación ya problemática de por sí podría no valer el dolor y el esfuerzo necesarios para reconstruir la confianza en la relación, la intimidad emocional y la armonía a largo plazo.