Citas de Consulta y el Proceso Terapéutico

Si no estás segura/o de si comenzar terapia de parejas, puedes utilizar este instrumento para evaluar tu caso o calendarizar una cita de consulta y dialogar el asunto con el psicólogo.  Este tipo de consulta comúnmente dura una hora y se recomienda que asistan ambos cónyuges.

Relación con el proceso terapéutico

  • Una consulta inicial permite aclarar dudas sobre el proceso de terapia de pareja, la metodología del terapeuta y lo que se puede esperar de las sesiones, evitando falsas expectativas.
  • Ofrece un espacio para que cada miembro de la pareja exprese sus motivos para buscar ayuda, identificando si ambos están mínimamente alineados en sus objetivos o si existen agendas ocultas.
  • Permite al terapeuta realizar una evaluación preliminar de la situación (tipo de conflicto, nivel de riesgo, presencia de violencia, infidelidades, separaciones en curso) y proponer el formato de intervención más adecuado.
  • La consulta previa ayuda a determinar si la terapia de pareja es el recurso indicado en este momento, o si es necesario, además, un proceso individual, asesoría legal u otros apoyos complementarios.
  • Brinda a la pareja la oportunidad de valorar si se sienten cómodos con el estilo profesional y la forma de trabajo del terapeuta, aspecto fundamental para construir confianza y alianza terapéutica.
  • En esta cita se pueden revisar aspectos prácticos (honorarios, frecuencia de las sesiones, normas de cancelación, confidencialidad), de modo que el proceso formal inicie con claridad y acuerdos establecidos.
  • Una consulta inicial permite definir objetivos terapéuticos realistas y compartidos, lo que aumenta la sensación de dirección y propósito cuando la terapia de pareja comience.
  • También puede servir como un primer momento de reflexión guiada, donde la pareja toma conciencia de la gravedad o cronicidad de sus conflictos y de la importancia de intervenir de manera temprana y estructurada.

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Clave del 2 de diciembre de 2016

Es relativamente común que padres y madres compartan el cuarto y la cama con los hijos e hijas durante la infancia temprana.  Cerca del 75 porciento de los padres y las madres realizan esta práctica.  Aproximadamente, la mitad de este porcentaje todavía duerme con sus hijos e hijas más allá de los tres meses luego del nacimiento.  Luego de lo seis meses, sólo uno de cada cuatro niños permanece en la habitación con sus padres y madres.  La comunicación adecuada entre los cónyuges es necesaria para que este tipo de arreglo funcione bien en la familia.  Al momento de decidir dónde los infantes deben dormir, los cónyuges deben asegurar que ambos están de acuerdo con esta práctica y comprometerse con que harán lo que tengan que hacer para cultivar y promover la intimidad y relación de pareja de formas alternas.

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