Infidelidad emocional vs. Infidelidad sexual

La revista Archives of Sexual Behavior publicó un estudio en el que participaron 63,894 personas entre las edades de 18 y 65 años. Esta investigación, realizada por la Universidad de Chapman, reveló que a los hombres heterosexuales les molesta más la infidelidad sexual (un 54% en hombres vs. un 35% en mujeres), mientras que a las mujeres heterosexuales les molesta más la infidelidad emocional (un 65% en las mujeres vs. un 46% en los hombres). No hubo diferencias significativas en los resultados cuando se trata de personas homosexuales o bisexuales. David Frederick, autor de este estudio, concluye que factores como nivel de ingresos, historial de infidelidades, hijos, tipo de relación o tiempo de la relación, no estuvieron relacionados con la mayor o menor inclinación hacia la molestia por una u otra infidelidad. No obstante, los participantes más jóvenes representaron el porcentaje más alto de enfado o molestia ante la infidelidad sexual que los participantes de mayor edad.

El primer paso en el proceso terapéutico

La labor principal del Psicólogo de Parejas es identificar «lo disfuncional» cuando las cosas en la relación no marchan bien.  Esto nos proveerá información acerca de lo que está roto y lo que necesita ser reparado.  Las metas en la terapia de parejas están basadas en este conocimiento.  Es por esto que el primer paso en el tratamiento consiste en la evaluación de la relación como unidad.  Para esto, el Psicólogo de Parejas emplea técnicas como la medición psicológica, cumplimentación de documentos de «assessment» y entrevistas clínicas con los cónyuges.

Relación con el proceso de terapia

  • La fase de evaluación proporciona una comprensión inicial y estructurada de la historia de la pareja, de sus principales conflictos y de los eventos que han llevado a buscar ayuda.
  • Permite identificar patrones de interacción, estilos de comunicación y ciclos de conflicto que no siempre son evidentes para los miembros de la pareja.
  • A través de entrevistas, cuestionarios y herramientas clínicas, el terapeuta evalúa factores individuales (salud mental, estrés, traumas, expectativas) que influyen directamente en la dinámica de la relación.
  • La evaluación ayuda a clarificar los objetivos terapéuticos: qué desean cambiar, qué les gustaría conservar y qué resultados consideran realistas en el proceso de terapia.
  • Esta fase inicial permite detectar situaciones de riesgo (violencia, abuso, ideación suicida, adicciones) y decidir si la terapia de pareja es el formato adecuado o si se requieren intervenciones adicionales.
  • La evaluación establece una “línea de base” que servirá posteriormente para medir el progreso y valorar si las estrategias de intervención están siendo efectivas.
  • También es un momento clave para construir alianza terapéutica, generar confianza y explicar el encuadre: roles, límites, normas y responsabilidades dentro del proceso.
  • Una evaluación cuidadosa evita intervenciones precipitadas y permite diseñar un plan de tratamiento más ajustado a la realidad, las necesidades y los recursos específicos de esa pareja.