Efectividad de la terapia de parejas

De acuerdo con estudios realizados por la American Association of Marriage and Family Therapists, las parejas que han asistido a sesiones de terapia demostraron tener altos niveles de satisfacción con el proceso.  Más del 98 porciento de estos indicó que recibieron servicios terapéuticos excelentes o buenos, y más del 97 porciento indicó que recibieron la ayuda que necesitaban.  Luego de trabajar con un terapeuta de parejas a lo largo de un ciclo terapéutico completo, el 93 porciento dijo que luego del proceso, adquirieron herramientas más efectivas para lidiar con los conflictos.  Los participantes de los estudios también informaron una mejoría en su salud física y en la habilidad de funcionar mejor en el empleo luego de asistir a terapia.

Relación con el proceso de terapia

  • La investigación científica muestra que la terapia de pareja produce mejoras moderadas a grandes en la satisfacción de la relación y en la disminución del malestar, con tamaños de efecto que suelen situarse alrededor de d = 0.60–0.85 en meta-análisis comparando parejas tratadas con grupos de control o listas de espera.
  • Revisiones amplias de múltiples ensayos concluyen que, en promedio, cerca de un 70% de las parejas que completan un proceso de terapia informan cambios clínicamente significativos, lo que coloca la efectividad de la terapia de pareja en un rango comparable al de las psicoterapias individuales más validadas.
  • Modelos específicos, como, por ejemplo, la Terapia Focalizada en las Emociones (EFT), muestran en meta-análisis que alrededor del 70–73% de las parejas pasan de un estado de “relación en crisis” a un funcionamiento considerado de recuperación, y aproximadamente el 90% informa mejorías importantes en satisfacción y conexión emocional, con resultados que se mantienen en seguimientos de hasta dos años.
  • Una revisión sistemática reciente sobre intervenciones de pareja para el distrés marital identificó un tamaño de efecto global grande (Cohen d ≈ 0.85), lo que indica que las parejas que reciben intervención se encuentran notablemente mejor que aquellas que no reciben tratamiento estructurado.
  • Meta-análisis centrados en programas de intervención y educación para parejas (por ejemplo, talleres, programas estructurados) también encuentran efectos positivos significativos, generalmente de magnitud moderada, en la satisfacción de la relación, con beneficios que tienden a mantenerse en evaluaciones de seguimiento.
  • Estudios cualitativos que analizan los testimonios de los propios clientes reportan resultados percibidos como mejora en el manejo de conflictos, nuevas formas de conexión, cambios personales que favorecen la relación e, incluso, en algunos casos, mayor claridad para tomar decisiones sobre continuar o no juntos, lo que sugiere que la efectividad no se limita solo a “seguir en pareja”, sino a lograr decisiones más sanas.
  • Aunque los datos son globalmente favorables, las mismas revisiones señalan limitaciones importantes: heterogeneidad entre estudios, muestras muchas veces pequeñas o poco diversas, y signos de sesgo de publicación; por ello, se enfatiza que no todas las parejas obtienen los mismos resultados y que la efectividad real depende de factores como la gravedad del problema, el modelo terapéutico, la alianza con el terapeuta y la disposición al cambio de ambos miembros.

 

Los cambios generacionales y las creencias sobre el sexo

Los Millennials son más receptivos al sexo premarital y a las sexualidades alternas en comparación con cualquier otra generación, sin embargo, no son tan activos sexualmente como se esperaría.

Podemos notar en la literatura que la aceptación del sexo premarital y de sexualidades alternas ha ido cambiando considerablemente y de forma ascendente a través de los años y de las generaciones.

El cambio mayor ha sido entre la Gran Generación nacida en los tempranos 1900 y los Boomers nacidos en la década de 1940 y 1950. Sin embargo, los Millennials nacidos entre 1980 y 1990 se muestran más receptivos al sexo premarital que los nacidos en 1960 y pertenecientes a la Generación X. La aceptación del sexo premarital aumentó de un 42% para la Generación X a un 58% para los Millennials, y la aceptación de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo aumentó de 13% en el 1990 a un 44% en el 2012.

La cantidad de parejas sexuales que una persona ha tenido también ha tenido modificaciones. Esta ha variado de 2.16 para la Gran Generación a 11.68 para los Boomers y 8.26 para los Millennials. Ciertamente e indiscutiblemente, los Millennials son más receptivos al sexo premarital y a las sexualidades alternas en comparación con cualquier otra generación, sin embargo, no son tan activos sexualmente como se esperaría. Mencionan algunos expertos que esto es consistente con las características propias de una generación –tolerante e individualista– que promueve la aceptación de las elecciones personales de otros/as y el realizar las propias.

Estos cambios en actitudes y conductas referente a la sexualidad podrían relacionarse con el creciente individualismo en la cultura estadounidense, la cual pone más énfasis en las necesidades individuales y en una actitud más relajada hacia la sexualidad.