La mayoría de las experiencias de sexo anal de los adolescentes ocurrieron en un entorno de relación de pareja, pero las primeras experiencias de sexo anal rara vez se produjeron en circunstancias de la exploración mutua del placer sexual.
El sexo anal o la penetración anal puede doler, eso parece ser claro para muchas personas. Pero un nuevo estudio entre adolescentes británicos conducido por Cicely Marston, profesora titular de ciencias sociales en London School of Hygiene & Tropical Medicine, revela algunos aspectos de esta actividad sexual que quizás sean más sorprendentes.
Los investigadores entrevistaron a 130 adolescentes de entre 16 y 18 años de diversos orígenes y les preguntaron sobre sus percepciones sobre diferentes prácticas sexuales, así como sobre sus propias experiencias. Los resultados mostraron que la mayoría de las experiencias de sexo anal de los adolescentes ocurrieron en un entorno de relación de pareja, pero las primeras experiencias de sexo anal rara vez se produjeron en circunstancias de la exploración mutua del placer sexual. En cambio, fueron principalmente los hombres quienes empujaron a las mujeres a probar el sexo anal, y los hombres dijeron que se sentían que de ellos se esperaba que asumieran ese rol. Además, los adolescentes esperaban que se suponía que los hombres encontraran placer en el sexo anal, mientras que también se esperaba que las mujeres ‘aguantaran’ los aspectos negativos de esta práctica, como el dolor o una reputación dañada.
Las mujeres jóvenes que participaron en el estudio informaron que el sexo anal era doloroso, pero al mismo tiempo, la mayoría de las adolescentes consideraba que la experiencia de dolor de las mujeres se debía a que eran «ingenuas o inexpertas» e incapaces de relajarse, dijeron los investigadores en sus hallazgos producto de esta investigación. Los resultados también revelaron aspectos algo sorprendentes y, en algunos casos, preocupantes, del sexo anal.
Los hombres jóvenes del estudio parecían percibir el sexo anal como una hazaña en la competición entre pares. Aunque no todos los hombres jóvenes del estudio dijeron que querían tener sexo anal, muchos de ellos dijeron que los hombres se animaban unos a otros a probar la práctica. En una discusión grupal como parte del estudio, los hombres jóvenes dijeron que el sexo anal era algo que hacían para competir. Pero tanto hombres como mujeres dijeron que el sexo anal podría dañar la reputación de las mujeres.
Los hombres jóvenes que participaron en el estudio a menudo estaban interesados en la idea del sexo anal, pero a veces no estaban entusiasmados con la realidad física, dijeron los investigadores. Por ejemplo, un entrevistado dijo: «Para ser honesto, pensé que iba a ser mucho mejor». Sólo una mujer joven en el estudio manifestó sentimientos ligeramente positivos acerca de haber tenido sexo anal. Aunque dijo que su pareja fue quien la convenció, también le dijo al investigador que tenía curiosidad por probarlo y que había disfrutado de la experiencia.
Los investigadores descubrieron que los adolescentes pensaban que las mujeres generalmente serían reacias a tener sexo anal y que participarían sólo si las persuadían, o incluso si las obligaban a ello, y que el acto podría lastimarlas. Los investigadores escribieron que parecía que las mujeres comúnmente consideraban que su papel era aceptar o rechazar la solicitud de sexo anal de su pareja, en lugar de tomar decisiones en un plano de igualdad sobre esta actividad sexual.
En algunos casos, los adolescentes informaron que la penetración anal ocurrió “accidentalmente” porque «resbalaron». Pero en un caso, un adolescente se corrigió en una segunda entrevista y dijo que lo que inicialmente había llamado un accidente en realidad no lo era. «Es difícil evaluar hasta qué punto los eventos descritos como ‘resbalones’ fueron realmente involuntarios», dijeron los investigadores. Asimismo, los investigadores dijeron que describir los eventos como «resbalones» puede permitir a hombres y mujeres evitar enfrentar la posibilidad de que una penetración no consensuada haya sido deliberada.
Este estudio encontró que muchos adolescentes entrevistados no sabían que es posible contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS) a través del sexo anal sin protección. Algunos incluso dijeron que contraer una ETS a través del sexo anal era imposible, o menos probable que mediante el coito vaginal, según el estudio. Los investigadores también descubrieron que los condones no parecen ser un elemento frecuente en el sexo anal, y cuando se usaban, era por motivos de higiene, no para prevenir enfermedades de transmisión sexual.
Los participantes de este estudio mencionaron a menudo que los hombres jóvenes quieren tener sexo anal con mujeres porque desean copiar lo que ven en la pornografía. Pero los investigadores dijeron que la pornografía parece ser sólo un factor por el cual los adolescentes pueden tener sexo anal, y los nuevos hallazgos sugieren que también hay otras explicaciones y motivaciones involucradas. «Los debates actuales sobre la vida sexual de los jóvenes a menudo parecen centrarse estrechamente en el impacto de la pornografía», dijo la autora principal Cicely Marston, «Pero nuestro estudio sugiere que debemos pensar más ampliamente sobre la falta de importancia que la sociedad otorga a los derechos, deseos y preocupaciones de las mujeres».