No podemos decir que existe un número predeterminado de sesiones de terapia que se necesitarán para atender los conflictos de la relación. Realmente, depende de cada pareja y los asuntos que les traen al consultorio. Algunas parejas sólo necesitan pocas sesiones mientras que otras podrían estar mucho tiempo en tratamiento. En general, se recomienda que la pareja se mantenga asistiendo a terapia hasta que sus metas hayan sido alcanzadas y se sienta confiada de que ha ganado las destrezas necesarias para afrontar los altibajos de una relación.
Relación con el proceso de terapia
- Es difícil precisar de antemano el número de sesiones porque cada pareja llega con historias, problemas y niveles de conflicto muy distintos.
- La duración del proceso depende de la complejidad de los temas a trabajar (infidelidad, traumas previos, separaciones, problemas de salud mental, etc.).
- El ritmo de avance varía según la disposición de cada miembro para implicarse en la terapia, asumir responsabilidades y realizar cambios fuera de sesión.
- A medida que se van resolviendo ciertos problemas, pueden aparecer otros asuntos que también necesitan atención, lo que puede extender el proceso terapéutico.
- Algunas parejas buscan objetivos acotados y concretos (por ejemplo, manejar mejor las discusiones), mientras que otras desean un trabajo más profundo y de largo plazo.
- La frecuencia de las sesiones (semanal, quincenal, mensual) también influye en la duración total: procesos con menor frecuencia suelen extenderse en el tiempo.
- Factores externos como horarios laborales, responsabilidades familiares, situación económica o crisis imprevistas pueden interrumpir, ralentizar o reactivar la terapia.
- El proceso es flexible: se revisa periódicamente el progreso y, en función de los avances y necesidades, se decide junto con la pareja continuar, espaciar o finalizar las sesiones.
- Por todo lo anterior, el terapeuta solo puede ofrecer estimaciones generales, pero no un número fijo de sesiones ni una fecha exacta de término desde el inicio.
