Acerca del sexo

Históricamente, el pene ha sido representado como una fuente de gran poder, mientras que la vulva ha sido representada como el órgano que tiene el poder tanto de «dar vida» como de dar placer sexual a la humanidad. La genitalia humana, por lo tanto, ha sido investida de ese «gran poder», y un «gran poder» conlleva una «gran responsabilidad». La responsabilidad sexual es un concepto amplio que será objeto de otra discusión.

La genitalia humana también tiende a ser el foco de la actividad sexual, infortunadamente ignorando otros órganos sexuales de más trascendencia. La actividad sexual en los mamíferos heterosexuales se produce cuando el pene del macho se vuelve erecto y rígido a medida que sus tejidos se llenan de sangre, lo que permite insertarlo en la vagina de la hembra. Los movimientos de empuje del pene provocan la eyaculación, en la que el semen, que contiene espermatozoides, se deposita en la vagina. Este acto, aparentemente mecánico e instintivo, tiende a obsesionar a los seres humanos a tal punto que ha dado inicio a múltiples tragedias a lo largo de la historia, y no en balde es uno de los más conflictivos en el contexto de las relaciones de pareja.

El género de las personas explica el porqué el sexo tiende a experimentarse e interpretarse de manera distintiva por hombres y por mujeres. El conocimiento formal de parte de los cónyuges en materia de sexualidad y su conexión con los asuntos de género podría ser la clave para mejorar la satisfacción sexual en la relación. En un mundo ideal, cada vez que tuvieras relaciones sexuales transcurriría sin problemas. La realidad no es esa. Como podría decirte cualquier terapeuta de pareja, pueden surgir una variedad de problemas cuando se pone manos a la obra en materia sexual.

Veamos algunos de los problemas sexuales que, como psicólogo de parejas, he encontrado que enfrentan las relaciones, junto con algunas alternativas de manejo:

  • “No siento nada. Eso está muerto ahí abajo. Es como un desierto”. Esta es una expresión muy recurrente en mujeres, sobre todo luego que han sobrepasado los 50 años de edad, pero podría ocurrir antes. Es importante que se tenga claro que la ausencia de deseo sexual no forma parte de una sexualidad saludable en las personas a cualquier edad. La falta de deseo sexual podría tener sus raíces en problemas psicológicos, problemas de relaciones de parejas y problemas fisiológicos de consideración. Es importante empezar por hacerse examinar por un médico si este es el caso. Otras condiciones que comúnmente sobrevienen con la edad, y que pueden afectar el deseo sexual, se relacionan con la ausencia o inconsistencia en la lubricación femenina, lo cual podría tornar la actividad sexual en dolorosa para muchas mujeres. Existen estrategias de manejo que un sexólogo o sexóloga o psicólogo de pareja calificados podrían sugerirte. Anímate a buscar ayuda.
  • «Mi mente no deja de divagar durante el acto». Una situación muy frecuente en mujeres, quienes tienden a referir que están demasiado distraídas para estar mentalmente presentes en el momento. Esto es especialmente cierto para muchas madres, ya que la presión de la maternidad puede obstruir cualquier pensamiento sexual que se pueda tener. Podría parecer contradictorio, pero programar relaciones sexuales podría ayudar toda vez que se puede adaptar la situación para eliminar cualquier fuente de distracción que pueda tener el efecto de redirigir tu atención a otras cosas: contratar una niñera, pedirle a tus padres que cuiden de los niños o establecer el escenario adecuado. Sin embargo, preocupaciones económicas, problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, problemas de autoestima e inconformidad con el cuerpo, problemas de higiene en la pareja u olores poco agradables como el alcohol o la nicotina, problemas con la pareja y falta de intimidad en la relación, entre otros, tienden a ocupar los pensamientos al momento del acto sexual y necesitan ser atendidos de forma puntual con un profesional.
  • «Como soy hombre, no puedo ser tan sentimental como ella quiere». Ese rumor sobre cómo los chicos deben ser pocos sensibles y muy obsesionados con el sexo no les hace ningún favor. La realidad es que algunos hombres revelan que en realidad les gustaría sentirse más cerca de su pareja en el plano sentimental dentro y fuera del dormitorio, pero simplemente no saben cómo. En este punto, puedes, tal vez, hacerlo más fácil para él siendo tú misma un tanto más vulnerable con tus propios sentimientos y utiliza la estrategia del refuerzo positivo cuando notes que él está realizando avances en esta área.
  • «Siempre tengo que iniciar; ella no toma la iniciativa ni me busca». Si una persona piensa que la otra no disfruta lo suficiente de los buenos momentos, el resentimiento puede surgir. En lugar de esperar a que tu pareja tome la iniciativa para luego sentirte decepcionado cuando no sucede, puedes empezar por auscultar el porqué tu pareja no asume ese tipo de rol, y luego comenzar un diálogo al respecto. Te puede sorprender lo que podrías encontrar. Traumas, roles de género, decepciones, historial, falta de deseo, entre otros, podrían ser la razón. Al mismo tiempo, ella podría estarse preguntando “¿Pero qué hay de mí, y si es que simplemente no quiero?” Evita que el egoísmo arruine tu relación. Si estás en el otro extremo de la ecuación, comprende que la petición de tu pareja de que tomes iniciativas sexuales con más frecuencia en realidad se trata de sentirse deseado, por lo que dar ese paso puede mejorar tu vínculo en gran medida.
  • «¿Qué pasó con los preliminares? Simplemente no existen». Es posible que hayas escuchado esto constantemente y, si se aplica a ti, sabes lo frustrante que puede ser. Si estás en el calor del momento, lo mejor es mostrarle físicamente a tu pareja lo que te hace sentir bien, por ejemplo, colocando su mano en los lugares correctos. Es útil enmarcar lo que quieres en el sexo de manera positiva, como por ejemplo, «Me encanta cuando haces XYZ». De esa manera parece menos una crítica y más un estímulo de algo que ya hacen. No olvides que hombres y mujeres tienden a ver la sexualidad de formas distintivamente distintas, y disfrutan de la sexualidad de forma distinta, mientras asumen que su pareja, al mismo tiempo, le da el mismo significado que ellos.
  • «Ojalá fuéramos más cariñosos en nuestra vida diaria; eso ayudaría en el sexo». Por suerte, esto tiene solución. Comiencen por cada día decirse algo que aprecian de la otra persona. Si eso es demasiado rutinario para sus gustos, pueden reincorporar prácticas que probablemente realizaban para mostrar afecto cuando comenzaron a salir: tomarse de la mano, rodearse con los brazos cuando estaban sentados juntos, y cosas por el estilo.
  • «Languidece nuestra conexión emocional». Si bien está bien si ambas personas solo buscan el desahogo físico cuando tienen sexo, las aguas se vuelven más turbias si uno quiere una conexión emocional, pero no la siente. Esto es lo que algunos teorizantes llaman «sexo vacío», lo cual no suena especialmente atractivo. Para ayudar a erradicar este sentimiento, esfuérzase por fomentar la intimidad fuera del dormitorio: pasen más tiempo juntos, encuentren actividades nuevas y comunes que puedan fomentar un vínculo más fuerte y exploren lo que les brinda placer fuera del dormitorio.
  • «La presión para tener un bebé es una locura; no puedo tener sexo bajo presión». Cuando una pareja heterosexual intenta concebir, el hombre puede sentir que está actuando según se le exige, y podría sobrevenir lo que se conoce como ansiedad por desempeño. Es importante que exista un equilibrio entre expresarse sexualmente cuando estás ovulando y la espontaneidad del sexo relajado que tiene como objetivo el disfrute de los cónyuges. La comunicación es clave para determinar cómo seguir esa línea, ya que algunas parejas masculinas quieren saber cada detalle sobre el ciclo de sus parejas, mientras que otros prefieren estar menos al tanto de los detalles. No importa dónde se ubiquen en este punto, ambos pueden devolverle la sensación de excitación al sexo, incluso si el objetivo final es concebir. Hacer cosas como usar lencería y enviar mensajes de texto sexys puede ayudar a que el objetivo de tener un bebé parezca divertido en lugar de una tarea ardua.
  • «Mi pareja no practica sexo oral». Una queja muy común entre hombres y en algunas mujeres. Si te encanta el sexo oral, pero tu pareja se niega a hacerlo, es posible que te sientas rechazado. Entonces te enojas y te decepcionas, y probablemente pierdes el interés en tener sexo. Si tu pareja no es una gran fanática del sexo oral, pero tú realmente lo valoras, pídele que lo piense como algo que puede hacer de vez en cuando para demostrar que está interesada en tu disfrute. Cuando alguien da aunque sea un poco de algo, contribuye en gran medida a que su pareja se sienta atendida.
  • «Haber formado una familia ha arruinado completamente nuestra vida sexual». Sí, suele suceder. Aunque la falta de sueño, de tiempo y aumento del estrés pueden darle un verdadero golpe a tu deseo sexual, no todo está perdido. Averigua si la logística de las obligaciones familiares te impide sentirse satisfecho en el manejo de la sexualidad con tu pareja o si, en primer lugar, el problema es físico. Esto a menudo tiene más que ver con necesidades no expresadas o insatisfechas de conexión emocional e intimidad, que son a su vez el producto del trajín diario. También pregúntate de qué manera se ha afectado tu cuidado y arreglo personales que podría estar influenciando en la falta de deseo de tu pareja, o incluso, en la tuya. Una forma de descubrir el problema real es programar una cita con un terapeuta que pueda evaluar la situación.
  • «Creo que mi pareja me da por sentado/a y no me valora». Sentir que tu pareja no te aprecia daña la conexión mutua, lo que sólo agrava el problema. Este tipo de sentimiento debe ser expresado sin espíritu de crítica. Al expresar este punto no puede haber lugar para la ambigüedad. Las declaraciones en primera persona son esenciales para ayudar a tu pareja a no sentirse atacada, por ejemplo, «Cuando haces X, me siento como Y».
  • «Es que él termina bien rapidito, a veces en cuestión de segundos; no vale la pena”. Si alguna vez hubiera un momento para actuar con cuidado, sería éste. Si sucede la primera vez que tienen relaciones sexuales, que podría ser por nerviosismo, se recomienda restarle importancia al asunto y seguir adelante ya sea con otros actos si él está dispuesto a hacerlo o con algo no sexual. Si vuelve a suceder, probablemente será un problema que no desaparecerá. En casos como estos, anímalo gentilmente a que consulte a un médico para asegurarse de que no haya una causa médica y obtenga tratamiento y algunos consejos profesionales al respecto. Recuerden que ambos tienen derecho a disfrutar de la sexualidad en igualdad de condiciones.
  • “Simplemente no tenemos suficiente sexo, es más, casi nunca». Este problema a menudo se abre camino en las relaciones después de que el período de luna de miel ha pasado. Cuando esto ocurre, la persona que más desea tener sexo puede sentirse privada, pero es posible que su pareja no se dé cuenta si no lo habla. Discute abiertamente con tu pareja con qué frecuencia a cada uno le gustaría ser sexualmente activo y luego elaboren plan al respecto. Aunque a veces podría resultar impersonal, establezcan horarios en los que ambos hayan acordado tener sexo y tengan preparada una lista actualizada de las cosas que a ambos les gustaría probar. Experimentar con lo que les excita mutuamente puede ayudarles a desear volver a tener buen sexo.
Conclusión

El sexo es una actividad física que puede ser una parte importante de muchos tipos de relaciones (incluidas las monógamas, poliamorosas y abiertas) porque puede ofrecer intimidad emocional, una autoimagen más fuerte para cada cónyuge y alivio del estrés. Es importante evitar buscar una solución única para los problemas sexuales en una relación; puedes tener una relación fuerte y saludable independientemente de la cantidad de actividad sexual. Si bien muchas personas requieren actividad sexual frecuente para tener una relación romántica sólida, muchas otras, incluidas las personas asexuales y las que tienen libidos bajos, disfrutan de relaciones profundas y significativas sin utilizar el sexo como componente clave. Sin embargo, aunque el sexo puede ser una parte beneficiosa en una relación sana, las investigaciones sugieren que la frecuencia tiende a disminuir con la edad y otros factores, como el estrés, los niños y la salud en general, también estos elementos pueden afectar el deseo sexual de una persona. Las parejas sexuales que quieran aumentar su frecuencia e intimidad deben centrarse en comunicar sus necesidades y trabajar juntos para alcanzar sus objetivos.

Cómo una división injusta del trabajo doméstico daña su relación

Los conflictos que surgen sobre las tareas del hogar son de los más comunes y molestos en una relación. Cuando usted o su pareja no están contentos con la asignación de las tareas del hogar, el nivel de estrés puede aumentar enormemente. Los investigadores han descubierto que la distribución desigual de las tareas domésticas es uno de los principales factores estresantes en muchas relaciones.

Por ejemplo, un estudio encontró que las esposas informaron que una de sus principales fuentes de estrés era el hecho de que sus maridos no quieren hacer su parte del trabajo en la casa. Si bien estas investigaciones a menudo reflejan cómo los roles tradicionales de género influyen en las tareas domésticas, la distribución desigual no se limita exclusivamente a las parejas casadas heterosexuales. Las parejas que cohabitan como parejas románticas suelen ser propensas a sufrir los mismos problemas.

Mientras tanto, en la mayoría de los matrimonios heterosexuales, la carga del trabajo doméstico y el cuidado de los niños todavía recae de manera desigual en la pareja femenina, una situación que no ha cambiado mucho en tres décadas. En las familias en las que ambos padres trabajan fuera del hogar, las madres dedican 13.5 horas a las tareas domésticas, mientras que los padres realizan 9.5 horas. Esta asimetría se amplificó durante la pandemia del COVID-19, cuando muchas mujeres tomaron la decisión de abandonar el empleo remunerado debido al aumento de las demandas en el hogar.

Sin embargo, las investigaciones realizadas en el área sugieren que las percepciones individuales sobre la justicia de cómo se dividen las tareas domésticas son más importantes que tener una división real del 50/50.

Equidad sobre igualdad

Cuando se habla de equidad en la distribución del trabajo doméstico significa que se logra un equilibrio basado en que ambos cónyuges acordaron ajustes justos tomando en consideración las responsabilidades de cada uno y las contribuciones netas dentro y fuera del hogar. Esta idea parece tener cierto apoyo también en la investigación científica.

Entonces, ¿qué sucede cuando las tareas domésticas no se distribuyen de manera justa y equitativa? En casos como estos, el alto el potencial de disminución de la satisfacción conyugal, aumento de la angustia, peor salud mental y aumento del riesgo de divorcio.

Cómo compartir las tareas del hogar de manera justa y equitativa

El mayor error que puedes cometer en tu búsqueda de que tu pareja haga más tareas del hogar es pedir ayuda. Pedir ayuda implica que la responsabilidad de las tareas del hogar es sólo tuya. Como mencionamos, la división del trabajo en el hogar ha sido un factor de inicio de peleas matrimoniales durante años, sin embargo, las parejas han estado analizando esto de manera errónea. El concepto de división de tareas es adecuado en las fábricas. Compartir tareas es un concepto más adecuado para parejas. Esto no significa que los cónyuges deban realizar una tarea determinada al mismo tiempo. La clave es el hecho de que ambos estén haciendo el mismo tipo de trabajo de forma compartida. Así las cosas, mientras mayores son sus sentimientos de equidad, más satisfechas están las parejas con sus relaciones.

1. Comienza por crear una lista de todas las tareas del hogar que deben realizarse. Sé específico y detallado con tu lista. Esta debe ser una actividad colaborativa entre tú y tu pareja, ambos contribuyendo con tareas a la lista. En este punto, no delegues ni asignes ninguna tarea. Simplemente escribe y acuerden qué tareas domésticas deben realizarse.

2. Realiza una distribución inicial basada en los intereses de cada cual. Tal vez uno disfrute más lavar los platos mientras que el otro disfrute más lavar la ropa. En esta distribución inicial tomen en consideración las responsabilidades de cada cual fuera del hogar. Mientras mayores sean las responsabilidades fuera del hogar de cada uno de los cónyuges, más igualitaria será la distribución de tareas en el hogar. Mientras más desiguales sean las responsabilidades de los cónyuges fuera del hogar, más equitativa debe ser la distribución de tareas. Por ejemplo, si uno de ustedes trabaja a tiempo parcial mientras que el otro trabaja a tiempo completo, la persona que trabaja menos horas podría asumir tareas adicionales en la casa. O, si el trabajo diario de uno de los socios es muy extenuante y requiere mucho esfuerzo físico, es posible que desee realizar tareas que estén más relacionadas con la planificación, el pago y la organización que con el trabajo físico.

3. Acuerden un horario para la realización de tareas y decidan cuándo alternarlas. También es importante ser considerados con los relojes biológicos de los demás. Algunas personas son madrugadoras y otras son noctámbulas. Obligarse unos a otros a realizar un proyecto o una tarea cuando en realidad no están preparados para hacerlo sólo crea tensión. La adecuacidad del horario es importante.

4. Toquen base en su plan cada semana. Háganse saber unos a otros cómo será la próxima semana: reuniones, recados, ocasiones especiales, etc. Luego decidan quién hará qué, hagan una lista y publíquenla.

Se recomienda la adquisición de algún instrumento que les ayude a documentar los acuerdos sobre la distribución de tareas, como una pizarra o una hoja de Excel. Asimismo, se recomienda la inclusión en el plan de distribución de tareas de todos los miembros de la familia que tengan la edad para contribuir, la incorporación de incentivos y recompensas por labor realizada y contratar ayuda externa si el presupuesto lo permite.

Mientras tanto, al menos la investigación científica es clara: la equidad importa. Y, a medida que cambian los roles de género y las realidades económicas de las personas, las parejas necesitarán tener más conversaciones sobre cómo organizan juntos su vida diaria, si quieren seguir siendo felices. Recuerden que no todo tiene que ser igual, pero las parejas tienen que tener la sensación de que existe una división justa del trabajo. La realidad es que ambas partes se benefician al sentir que están haciendo lo que les corresponde.