Lo tuyo, lo mío y lo nuestro: el dilema del manejo del dinero en las relaciones

Diferentes sondeos –incluyendo aquellos realizados con asesores financieros– señalan el manejo del dinero como una de las fuentes principales que producen conflictos y divorcios en las relaciones de pareja, ya sea debido a diferentes estilos en la administración de las finanzas, mentiras sobre los gastos, el que un cónyuge gane más que el otro, la división del pago de deudas, entre otros. De hecho, esto lo afirma un estudio realizado por Jeffrey Dew, Sonya Britt y Sandra Huston, publicado en la revista Family Relations, que concluyó que los desacuerdos financieros en la pareja representan el predictor de divorcio más importante en comparación con otros desacuerdos maritales. A pesar de esto, las personas se inclinan a escoger como pareja a quienes tienen estilos opuestos en el manejo de las finanzas. Si uno de los cónyuges tiende al despilfarro y el otro a la tacañería, las tensiones y conflictos serán obvios. Si, por el otro lado, ambos son extremadamente ahorrativos, podrán cohibirse de algunas comodidades y actividades de recreación, y llevarán una vida caracterizada por la carencia y las necesidades. Un estudio realizado por Scott Rick, de University of Michigan, mostró que quienes tienen estilos similares en este aspecto muestran menores conflictos y más satisfacción marital.

El asunto del dinero está frecuentemente atado al control y al poder en la relación

Veamos cuáles son los estilos que podrían tener las personas cuando de gastar el dinero se trata: el utilitario describe a la persona que compra esencialmente lo que necesita y nada más; el laissez-faire es quien ve algo que le gusta y lo compra sin mayores contemplaciones; mientras que el perseguidor de gangas es aquel que está al pendiente de los especiales para comprar lo que entienda que es una buena oferta; asimismo, el que compra como medio de recreación es uno que disfruta el famoso “window-shopping” y puede invertir largos períodos de tiempo en esta actividad; por último, tenemos al que compra como una actividad terapéutica, o sea, aquel que siente que su estado de ánimo mejora si sale a comprar algo o el que compra de manera emocional.

Una particularidad que incide grandemente en esta problemática es que el asunto del dinero está frecuentemente atado al control y al poder en la relación, áreas en las cuales los cónyuges suelen estar en un pulseo constante. Comúnmente, encontramos que aquel que genera más ingresos tiene mayor influencia en las decisiones que se toman en el hogar, incluyendo las financieras. Ahora bien, los problemas financieros tienen mucho que ver con la forma en que pensamos acerca del dinero y de cómo éste debe invertirse. Esto quedó confirmado en un estudio realizado por Jason Carroll, de Brigham Young University. En esta investigación también se encontró que cuando uno de los cónyuges es altamente materialista, la relación tiene un 40% más de probabilidad de enfrentar problemas financieros.

Las discusiones o conflictos por motivos de dinero rara vez se relacionan con el dinero propiamente

Entonces podríamos concluir que las discusiones o conflictos por motivos de dinero rara vez se relacionan con el dinero propiamente, sino más bien con los miedos que pueden resultar del mal manejo del mismo, esto es, miedo a no tener influencia en asuntos importantes en la vida, miedo a no tener seguridad económica en el futuro, miedo de no tener respeto por las posesiones, miedo a no poder realizar los sueños…

Para ilustrar lo anterior, veamos el siguiente caso:

Lidia acaba de recibir una herencia de un pariente cercano y le sugiere a Alberto, su esposo, poner esta cantidad en una cuenta de ahorros. Alberto está en desacuerdo.  Piensa que el dinero debe ser invertido en unas muy merecidas vacaciones familiares.  Los ahorros de la pareja se habían visto afectados por gastos imprevistos y necesarios en los que habían tenido que incurrir recientemente. Lidia veía esta herencia como una garantía en caso de futuras emergencias. Lo veía como una fuente de seguridad debido a que creció en un hogar donde el dinero era escaso y, debido a eso, pasó por momentos difíciles y de estrechez económica. Desde entonces el no contar con suficiente dinero para su futuro es una de sus preocupaciones principales. Desea que su familia actual no pase por lo que ella pasó. Alberto, por su lado, proviene de una familia donde el dinero nunca fue una fuente de preocupación, por lo que no tuvo carencias en ese sentido. Veía el dinero como un recurso a ser invertido en actividades y posesiones que le proporcionaran una vida llena de satisfacciones. Como podemos notar, Lidia ve el dinero como medio de seguridad mientras que Alberto lo ve a la luz del disfrute. Otras personas podrán verlo como necesario para obtener estatus, éxito e independencia.

Por lo tanto, el desarrollo de estilos adecuados del manejo del dinero es crucial para la buena salud de la relación. Si la pareja no puede trabajar junta en esta dirección, la relación podría enfrentar problemas de desconfianza, resentimientos e inseguridades.

Las finanzas importan en el matrimonio

A continuación algunas sugerencias para atender esta situación:

  • Cada cónyuge debe conocer su estilo de administración de finanzas y el de su pareja.
  • Los cónyuges, antes de formalizar la relación, deben analizar las aportaciones y los compromisos económicos que cada cual llevará a la misma.
  • La pareja debe trabajar en dirección a establecer un balance entre sus estilos de administración y los usos que se le da el dinero con el fin de lograr crear un sentido de éxito, seguridad, disfrute y bienestar.
  • La pareja debe evitar tomar decisiones unilaterales con respecto del uso del dinero.
  • La pareja debe recordar que en la mayoría de los casos los bienes de uno son los bienes del otro, por lo que el mal o el buen uso de los recursos le afecta a ambos.
  • La pareja debe realizar un presupuesto y adherirse a él.
  • La pareja debe evitar la sobrecarga de deudas, fomentar el ahorro y vivir de acuerdo a sus posibilidades.
  • La pareja debe recordar que todo debe ser presupuestado, incluyendo las donaciones a obras de caridad y a la iglesia.
  • Los miembros de la pareja deben convertirse en administradores informados. Se recomienda leer libros sobre la materia, asesorarse con su contador, contratar asesores financieros profesionales, asistir a seminarios, entre otros.

Las finanzas importan en el matrimonio. Cuando los cónyuges toman tiempo para entender y honrar las perspectivas de cada cual sobre los recursos económicos y realizar decisiones financieras sabias, el dinero se convierte en un agente vinculante y no de división en la relación.

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Violencia doméstica

Cualquier persona puede ser víctima de violencia doméstica. Sin embargo, comúnmente son mujeres en sus 20 ó 30 años de edad, que conviven con sus parejas y que tienen hijos. En Puerto Rico se reportaron 9,093 casos de violencia doméstica en el año 2015. ¿Pero cuál es la diferencia entre conflictos normales en una relación y violencia doméstica? Los conflictos son parte de cualquier relación íntima, sin embargo, la violencia doméstica no tiene lugar en una relación saludable y trasciende barreras étnicas, culturales, clases sociales, ideologías y orientación sexual.

La violencia doméstica es definida por la Ley para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica (Ley 54), como el “patrón de conducta constante de fuerza física o violencia psicológica, intimidación o persecución contra una persona por parte de su cónyuge, excónyuge, una persona con quien cohabita o haya cohabitado, con quien sostiene o haya sostenido una relación consensual o una persona con quien se haya procreado una hija o un hijo, para causarle daño físico a su persona, sus bienes o a la persona de otro, para causarle grave daño emocional”.

Como vimos en la definición anterior, la violencia doméstica puede manifestarse de varias formas: física, sexual, psicológica o económica. La violencia física, la cual suele aumentar en intensidad a lo largo el tiempo, involucra actos violentos como golpear, empujar, patear, entre otros. La violencia sexual se relaciona con cualquier acto sexual forzado. La psicológica tiene que ver con una amplia gama de conductas, tales como intimidar, aislar, controlar, humillar, insultar, criticar continuamente, realizar demandas poco razonables, dañar la autoestima o hacer sentir culpable a la víctima. En cuanto a la económica, algunos ejemplos podrían estar relacionados con limitarle a la víctima el acceso a los ingresos de la familia, negarle la oportunidad de trabajar o forzarla a hacerlo, destruirle su propiedad o no incluirla dentro de las decisiones financieras.

Hay quienes se preguntan por qué la víctima permanece en una relación de maltrato. Continuamente, se escuchan comentarios que sugieren que lo hacen porque les gusta que las maltraten. Comentarios como éste son crueles e ignorantes, y tienen el efecto de revictimizar a la víctima, por lo que deben ser evitados. Lo cierto es que son muchas las razones por las cuales una persona maltratada permanece en una relación de maltrato, entre ellas, podemos mencionar el miedo como uno los factores principales. Se sienten temerosas de que el victimario se tornará más violento si trata de abandonarlo. Asimismo, sienten miedo de perder a los hijos o a que estos puedan ser dañados por el agresor. El miedo a no poder subsistir económicamente también suele invadir a la víctima.

Algunas mujeres abusadas podrían tener problemas de autoestima y pensar que ellas son las causantes del abuso. En ocasiones piensan que pueden parar el abuso si actúan de forma distinta o si hacen las cosas como les requiere su agresor. Se crea o no, muchas mujeres en esta situación no se ven como maltratadas, ya sea por negación o porque ven la conducta del agresor como propia de la conducta normal de los hombres. Vemos también que en muchos de estos casos las mujeres no cuentan con una red de apoyo (familia, amistades) a donde poder pedir ayuda y se sienten, por lo tanto, solas con su situación.

Ahora bien, ¿cuál es el perfil del agresor? Comúnmente son hombres que consumen alcohol o drogas, de ideología machista, que entienden que las mujeres son inferiores y deben ser controladas y dominadas. Este tipo de ideología es promovida por culturas y religiones, por lo que complica más aún el panorama y dificulta los esfuerzos de prevención y tratamiento. Este tipo de hombre proviene de cualquier estrato social o profesión, podría ser un hombre exitoso y respetado en su iglesia, comunidad o escenario laboral. Con frecuencia, son hombres celosos, posesivos y fácilmente irritables. Además, rara vez admite las agresiones y las justifica culpando o haciendo sentir culpable a la víctima.

¿Qué hacer?

Los agresores deben entender y admitir que tienen un problema, y deben estar dispuestos a buscar ayuda en el convencimiento de que el cambio es posible si se lo propone. Se recomienda que hablen con alguien en quien confíen, que pueda evaluar su situación y referirlos a los recursos correspondientes.

Las víctimas y sobrevivientes deben saber que no están solas, que hay ayuda disponible para ellas y para sus hijos e hijas. Se recomienda que no se mantengan en silencio, que hablen con algún pariente, amigo, amiga o doctor. Si decide permanecer en la situación, es altamente recomendable que formulen un plan que garantice su seguridad en la eventualidad de que tengan la necesidad de salir de emergencia, esto incluye esconder una copia de las llaves del carro, documentos personales, algo de dinero y números telefónicos de recursos de ayuda, de familiares y amigos/as.

Si interesas evaluar si estás en una relación de violencia, puedes hacerlo aquí, aquí y aquí.  A continuación, otros recursos que podrían serte útiles:

Casa Protegida Julia de Burgos
(787) 723-3500
(787) 723-2814
Coordinadora Paz para la Mujer
(787) 764-9639
Oficina de Asuntos de la Mujer
(787) 758-5400
Oficina de la Procuradora de las Mujeres
(787) 725-2857
(787) 722-2907
(787) 722-2977
Proyecto Especial para Mujeres
(787) 764-0524
Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora
(787) 764-9639

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