¿Socios de negocios o pareja romántica? Implicaciones para el proceso terapéutico

Para muchas parejas trabajar en estrecha colaboración es un sueño nacido del amor y el entusiasmo. Las parejas que hacen negocios juntas comparten la visión de administrar felizmente un negocio exitoso. Sin embargo, una pareja que trabaja junta en un negocio no tarda mucho en descubrir los pros y los contras de involucrarse en esta actividad, y de que lo último que desea es que la tercera parte de ese triángulo (su negocio) arruine su relación. Ciertamente, hacer negocios con el cónyuge genera desafíos inesperados.

Lo cierto es que por sus características, y desde la perspectiva del proceso terapéutico, se trata de roles mutuamente excluyentes, y, por lo tanto, no se recomienda y se desalienta que parejas románticas se involucren en actividades de negocios juntas si su meta es fomentar una relación de pareja armoniosa. Por mucho que les guste estar juntos todo el día, todos los días y a todas horas, desde hacer ejercicios juntos por la mañana hasta atender llamadas y trabajar en proyectos, esa unión y exposición constante también puede ser un desafío. A la larga o a la corta, las dinámicas propias de este tipo de relación obligarán a la pareja a elegir qué rol desea que prevalezca en sus vidas: el de socios de negocios o el de pareja romántica.

Aun así, el fenómeno de las parejas románticas que trabajan juntas ha desarrollado una nueva piel en las últimas décadas. Históricamente limitado a determinados sectores como el agrícola, el trabajo conjunto entre parejas es hoy mucho más amplio. Actualmente, las parejas que hacen negocios juntas pueden tener una educación universitaria, establecer su negocio como una corporación o una pequeña entidad, trabajar desde casa o desde una oficina y ganar millones o muy poco. Es una forma de hacer negocio muy común y puede verse como un tipo distinto de empresa familiar. Datos provenientes de distintas fuentes muestran que uno de cada cuatro negocios involucra a parejas. Sin embargo, como socios de negocios, las parejas destacan por su posibilidad de llevar tensiones del hogar al trabajo y viceversa.

La literatura utiliza diferentes términos para referirse al fenómeno de las parejas que trabajan juntas. Algunos ejemplos son negocios de pareja, parejas propietarias de empresas familiares, parejas emprendedoras, coemprendedores y empresas dirigidas por parejas. Negocio de pareja, el nombre más común, es «una empesa en el que una pareja romántica posee y/o dirige un negocio juntos». La pareja puede ser conviviente o casada y puede ser mixta o de un solo sexo. Ambos cónyuges pueden ser copropietarios del negocio o participar activamente en la gestión del mismo. Lo más importante es que ambos tienen un sentido de propiedad (psicológica) del negocio. Una pareja que trabaja junta en un negocio se diferencia de otros equipos de negocios porque tienen normas de comportamiento y expectativas particulares asociadas con las identidades de roles; compartir el negocio y el hogar conlleva la flexibilidad de realizar las tareas asociadas con estos dominios de manera conjunta y la transferencia de las tensiones de un escenario al otro.

Algunos desafíos de los negocios de pareja

  • Ruptura de la comunicación.
  • Aumento de tensiones, conflictos y discusiones.
  • Extinción de la pasión.
  • Surgimiento de diferentes expectativas.
  • Los cónyuges no se desconectan de los conflictos del quehacer empresarial.
  • Los cónyuges se dan cuenta de que todo lo que hacen juntos gira en torno al negocio.

 

Los diagnósticos de salud mental y el proceso terapéutico

Si existen diagnósticos de salud mental desatendidos o no controlados en uno o ambos cónyuges, el proceso terapéutico para parejas tendrá poco o ningún resultado positivo. Los diagnósticos de salud mental deben ser atendidos adecuadamente previo a entrar en un tratamiento que tenga el fin de armonizar la vida en pareja.

Al momento de buscar ayuda, las personas tienden a ignorar o restarle importancia a los diagnósticos de salud mental preexistentes y de cómo éstos podrían ser la causa principal de la situación que enfrenta la relación. Comúnmente, se le dificulta a las personas hacer esta conexión, tal vez porque están convencidas realmente de que es su cónyuge, y no ellas, quien es la causa de los conflictos y «quien tiene la culpa de todo».

Es necesario entender que las condiciones de salud mental pueden afectar muchos aspectos de la vida en pareja, incluidas las relaciones íntimas. Por ejemplo, los síntomas de depresión pueden dejar a la persona afectada desapegada y desinteresada en sus relaciones con los demás –includa su pareja– o en el sexo en general. Del mismo modo, una persona con depresión o ansiedad puede tener dificultades para cuidar de su higiene personal, realizar las tareas del hogar, puede tener una disponibilidad emocional limitada, dificultades para mantener el empleo y carecer del deseo de socializar. Estos comportamientos y desafíos pueden generar tensión en la relación, lo que puede terminar en sentimientos de decepción, rechazo y desconexión emocional. Muchas personas con problemas de salud mental pueden sentirse inadecuadas y tener ansiedad por el desempeño y baja autoestima. Para ambos cónyuges, esto puede conducir a una disminución de las oportunidades de establecer vínculos fuertes y generar necesidades insatisfechas.

A veces, los síntomas de salud mental pueden hacer que la persona afectada se sienta letárgica, afectar su capacidad para expresar empatía o provocar sentimientos de aislamiento. En ocasiones estos síntomas pueden provocar codependencia o incluso resentimiento hacia su pareja. Cuando una persona vive con alguien que padece alguna condición de salud mental, la relación puede resultar difícil. Vivir con alguien con esta condición de salud, máxime si la misma está desatendida o no tratada, puede resultar desafiante y estresante. Es difícil depender de ellos para que se hagan cargo de sus responsabilidades. Dependiendo del estado de salud mental de la pareja, es posible que experimenten comportamientos hipersexuales (fuertes impulsos sexuales) o que no tengan ningún interés en el sexo, lo cual puede ser difícil para las relaciones de pareja. En algunos casos, la persona con la condición de salud mental puede incluso dudar en contarle a su pareja sobre su situación. Es posible que le preocupe que el otro termine la relación una vez que se entere o se pregunte si podrá sobrellevar sus síntomas.

Algunos efectos de esta situación en la relación

  • Cambios en el apetito o en los patrones de sueño de la pareja afectada.
  • La pareja afectada puede experimentar cambios emocionales extremos.
  • Aumento de irritabilidad, tristeza, ansiedad, ira o preocupaciones constantes en la pareja afectada.
  • La pareja afectada puede autolesionarse o tener pensamientos de dañar a otros.
  • La pareja afectada puede experimentar delirios.
  • El cónyuge afectado puede recurrir a prácticas poco saludables, como el consumo de drogas y alcohol, o la participación en conductas riesgosas u obsesivas.
  • La pareja afectada puede experimentar frecuentes arrebatos emocionales.
  • La pareja afectada puede retirarse y no participar en actividades que alguna vez le brindaron alegría.
  • Inabilidad para razonar y para el proceso mental organizado por parte del cónyuge afectado.