Sexo y el proceso terapéutico

En terapia los cónyuges encuentran un espacio seguro para hablar asunto tan sensitivos como los que se relacionan con el sexo.  Las parejas con frecuencia se atascan en un ciclo sexual negativo.  Es importante señalar que cuando las parejas disfrutan de buen sexo, usualmente querrán más éste, lo que les brinda la oportunidad de fortalecer el área de la intimidad.  En terapia exploramos las barreras que podrían existir que les impidan el disfrute de la sexualidad.

Relación con el proceso de terapia

  • La terapia de pareja ofrece un espacio seguro y sin juicio para hablar de la sexualidad, un tema que muchas veces genera vergüenza o incomodidad, permitiendo poner en palabras deseos, miedos y frustraciones.
  • Ayuda a diferenciar entre dificultades sexuales de origen relacional (conflictos, resentimientos, falta de intimidad emocional) y aquellas ligadas a factores individuales o médicos, facilitando un abordaje más preciso.
  • Mejora la comunicación sobre el deseo, las preferencias y los límites, de modo que cada miembro pueda expresar lo que le gusta y lo que no, sin temor a ser criticado o rechazado.
  • A través del trabajo terapéutico, la pareja puede reconstruir la confianza y la intimidad emocional, condiciones fundamentales para que la sexualidad sea vivida con mayor placer, seguridad y entrega.
  • El terapeuta puede ofrecer psicoeducación sobre respuesta sexual, mitos y creencias culturales, ayudando a desmontar expectativas irreales y a normalizar variaciones en el deseo y la frecuencia sexual.
  • Se promueven ejercicios de conexión graduales (caricias, contacto físico no genital, rituales de acercamiento) que ayudan a reducir la presión por “rendimiento” y a recuperar el disfrute del encuentro.
  • La terapia ayuda a negociar diferencias en el deseo sexual (frecuencia, tipo de prácticas, momentos del día) buscando acuerdos realistas que cuiden el bienestar de ambos.
  • Cuando es necesario, el terapeuta puede recomendar la consulta con otros profesionales de la salud (médicos, sexólogos, psiquiatras), integrando estos recursos al plan de tratamiento de la pareja.

 

Las mujeres y el orgasmo

Existen tantas formas de complacer a una mujer como mujeres existen. Las mujeres poseen diversas preferencias al momento de alcanzar un orgasmo. Debby Herbenick realizó una investigación publicada en el Journal of Sex & Marital Therapy, que examinó las experiencias de las mujeres relacionadas con el orgasmo, el placer sexual y el toque genital. Con una muestra de 1,055 mujeres estadounidenses de 18 a 94 años de edad, Herbenick encontró que en las mujeres, tanto el orgasmo como la calidad de éste es contingente a varios factores. En este estudio, el 36.6% de las participantes indicó que necesitaban estimulación clitórea en orden de poder alcanzar un orgasmo, mientras que el 18.4% indicó que la penetración vaginal era suficiente. Un 36% indicó que la estimulación clitórea no era necesaria para que pudieran alcanzar un orgasmo, pero que mejoraba la calidad de éste grandemente. El 9% indicó que no experimentaban orgasmos durante el sexo.

En cuanto al tipo de estimulación manual u oral que preferían, el 63.7% señaló su preferencia por un movimiento tipo ‘arriba-abajo’ en la vulva y un 51.6% disfrutaba de un uno que sea ‘circular’. Un 30.6% indicó que prefería un movimiento de ‘lado a lado’. Las opciones menos populares fueron recibir golpes en el clítoris y que se ejerza presión en un punto específico. Estas mujeres tampoco favorecieron el halar o el apretar el área.

Lo cierto es que 2/3 partes de las mujeres prefirió la estimulación directa del clítoris y sólo el 5% indicó que preferían que su pareja obviara esta parte por completo. La autora entonces concluye que las mujeres son altamente diversas cuando se trata de lo que les excita y el tipo de toque que encuentran placentero, lo que pone en evidencia la necesidad de que las parejas exploren juntas las posibilidades y de ser abiertas al expresarse mutuamente las técnicas sexuales que prefieren.