Consecuencias de sentirse obligada a tener relaciones sexuales con la pareja

Mantener la satisfacción sexual puede resultar difícil, especialmente en los matrimonios de mediana edad, donde la misma tiende a disminuir. Un factor que afecta la satisfacción sexual es la motivación sexual, que se puede dividir en objetivos de aproximación y evitación.

Una nueva investigación publicada en el Journal of Sex Research exploró la relación entre el motivo por el cual las parejas de mediana edad practican relaciones sexuales y su satisfacción sexual. Los hallazgos indican que las parejas que tienen relaciones sexuales por sentimiento de obligación están menos satisfechas que las que no lo hacen. Pero aquellos que pensaban que estaban «haciendo algo bueno» por su pareja estaban tan satisfechos como aquellos que practicaban sexo por placer. Este estudio sugiere que la perspectiva que uno adopta cuando practica sexo en beneficio de su pareja tiene consecuencias para la satisfacción sexual.

Mantener la satisfacción sexual puede resultar difícil, especialmente en los matrimonios de mediana edad, donde la misma tiende a disminuir. Un factor que afecta la satisfacción sexual es la motivación sexual, que se puede dividir en objetivos de aproximación y evitación.

Investigaciones anteriores indican que si alguien tiene relaciones sexuales con objetivos de aproximación (como el placer físico), tiende a experimentar emociones positivas, mayor deseo sexual y mayor satisfacción sexual en las relaciones. Por otro lado, si alguien practica relaciones sexuales con fines de evitación (como evitar conflictos en la relación), tiende a experimentar emociones negativas, conflictos en la relación y disminución de la satisfacción sexual.

Un factor adyacente a la motivación de aproximación y evitación es la obligación. La obligación se refiere a la percepción de tener el deber de realizar una actividad sexual, incluso sin deseo sexual. Para los adultos de mediana edad en relaciones a largo plazo, la obligación sexual puede ser más común debido a los cambios físicos y relacionales que ocurren con la edad y las etapas de la vida, que pueden disminuir el deseo sexual. Además, las responsabilidades del trabajo, la crianza de los hijos y el cuidado de padres ancianos pueden agregar estrés, lo que puede llevar a menos tiempo para las relaciones sexuales. Las dificultades sexuales, específicamente una disminución del deseo sexual, prevalecen entre los adultos de mediana edad, particularmente las mujeres. Por lo tanto, la obligación podría ser una razón importante para la actividad sexual entre adultos de mediana edad en relaciones a largo plazo. Comprender la motivación sexual, incluido el papel de la obligación, puede ayudar a las personas y a las parejas a mejorar sus experiencias sexuales.

En su estudio, Monika Georgieva y sus colegas pretendían examinar cómo los motivos para participar en actividades sexuales afectan el nivel de satisfacción en el matrimonio de hombres y mujeres. 599 personas respondieron a varias preguntas que tenían el fin de evaluar aspectos de su relación sexual. Específicamente, la encuesta recopiló datos sobre los motivos de los participantes para su último encuentro sexual, la satisfacción con la relación, la satisfacción sexual y el deseo sexual. Los datos recopilados revelaron que los participantes informaron con mayor frecuencia querer expresar amor, experimentar placer sexual, sentirse excitados sexualmente y sentirse atraídos por su pareja como razones para tener relaciones sexuales. Por el contrario, motivos como la obligación y el hacer algo bueno por la pareja fueron mencionados con menos frecuencia. «Curiosamente, pocos hombres informaron tener relaciones sexuales por motivos de obligación», escribieron los investigadores.

El estudio encontró que las mujeres que participaban en actividades sexuales por obligación tenían niveles más bajos de satisfacción sexual y relacional. Sin embargo, las mujeres que tuvieron relaciones sexuales para hacer algo bueno por su pareja no mostraron ninguna diferencia significativa en los niveles de satisfacción en comparación con aquellas que no mencionaron este motivo.

Los resultados del estudio se alinean con la investigación existente sobre objetivos de acercamiento y evitación, así como con la fuerza comunitaria sexual, lo que indica que tener razones relacionales positivas para tener relaciones sexuales o ser receptivo a las necesidades de una pareja puede tener un impacto neutral o positivo en la satisfacción tanto sexual como en la relación. Además, realizar actos sexuales en beneficio de la pareja puede ayudar a mantener la relación a lago plazo.

Este estudio se centra en adultos de mediana edad, un grupo demográfico que a menudo se pasa por alto en la investigación sobre motivación sexual que generalmente se centra en adultos jóvenes. Además, el estudio destaca que las mujeres pueden sentirse obligadas a tener relaciones sexuales con más frecuencia que los hombres. «Nuestra investigación, y la de otros, indica que aunque participar en actividades sexuales para evitar conflictos (o por sentimientos de obligación) puede parecer proporcionar beneficios a corto plazo, con el tiempo, estos comportamientos pueden tener efectos relacionales y sexuales adversos», concluyeron los investigadores.

 

Conceptos psicológicos erróneos impiden la satisfacción sexual de las mujeres

Imagina una escena de sexo apasionante entre una mujer y un hombre de tu programa de televisión o película favorita. Es probable que ambas partes lleguen al orgasmo. Pero esto no refleja la realidad, porque durante los encuentros sexuales heterosexuales, las mujeres tienen muchos menos orgasmos que los hombres de manera significativa.

A este fenómeno se le conoce científicamente como la “brecha del orgasmo”. Y está documentado a la saciedad en la literatura científica desde hace más de 20 años.

En un estudio de más de 50,000 personas, el 95% de los hombres heterosexuales dijeron que usualmente o siempre tenían un orgasmo cuando tenían intimidad sexual, mientras que sólo el 45% de las mujeres heterosexuales dijeron lo mismo. Las investigaciones muestran que algunas personas creen que esta brecha se debe a que los orgasmos de las mujeres son biológicamente difíciles de alcanzar. Sin embargo, si esto fuera cierto, las tasas de orgasmo de las mujeres no diferirían según las circunstancias. De hecho, muchos estudios muestran que las mujeres tienen más orgasmos cuando están solas que con su pareja. Al menos el 92% de las mujeres tienen un orgasmo cuando se dan placer a sí mismas. Las mujeres también tienen más orgasmos cuando están en relaciones de compromiso en comparación con el sexo casual. En un estudio de más de 12,000 estudiantes universitarios, sólo el 10% de las mujeres dijeron que tuvieron un orgasmo durante las relaciones sexuales casuales, mientras que el 68% dijo que tuvieron un orgasmo durante las relaciones sexuales que ocurrieron en el contexto de una relación de compromiso. Las mujeres también tienen más orgasmos cuando tienen relaciones sexuales con otras mujeres. En un estudio realizado, el 64% de las mujeres bisexuales dijeron que generalmente o siempre tienen un orgasmo cuando tienen intimidad sexual con otras mujeres.

¿Por qué ocurre esto? En todos estos escenarios donde las mujeres llegan más al clímax, hay un mayor enfoque en la estimulación del clítoris, ya que muchos científicos afirman que los orgasmos vaginales no existen. La mayoría de las mujeres necesitan estimulación del clítoris para llegar al orgasmo, lo cual tiene sentido dado que el clítoris y el pene se originan del mismo tipo de tejido. Y tanto el clítoris como el pene están repletos de terminaciones nerviosas sensibles al tacto y tejido eréctil.

En mi trabajo como psicólogo de parejas, le he preguntado a muchas mujeres: «¿Cuál es tu ruta más confiable hacia el orgasmo?»  En mi estimación, sólo el 4% dice penetración. El otro 96% dice estimulación del clítoris sola o combinada con penetración. Entonces, la razón principal de la brecha en el orgasmo es que las mujeres no obtienen la estimulación del clítoris que necesitan. Y los mensajes culturales sobre la supremacía del coito o la penetración vaginal alimentan esta noción. De hecho, innumerables películas, programas de televisión, libros y obras de teatro retratan a mujeres que alcanzan el orgasmo únicamente con el coito o penetración vaginal, y a veces llegan al extremo de sugerir lo mismo de la penetración anal.

Las revistas masculinas populares también dan consejos sobre posiciones sexuales para llevar a las mujeres al orgasmo. Y aunque algunas de las posiciones incluyen la estimulación del clítoris, el mensaje sigue siendo que el coito o la penetración vaginal es el acto sexual central y más importante.

El lenguaje utilizado en estas fuentes –y en la sociedad en su conjunto– refleja y perpetúa la sobrevaloración del coito. Se usan las palabras «sexo» y «coito» (penetración vaginal) como si fueran lo mismo. Se le resta importancia a la estimulación del clítoris que viene antes del coito como parte de los «juegos previos», implicando que es una forma menor de sexo, y ciertamente para las mujeres no lo es.

Múltiples estudios han demostrado que tales mensajes dan la idea de que el sexo debe desarrollarse de la siguiente manera: juegos previos (sólo para preparar a la mujer para el coito), coito, orgasmo masculino y fin del sexo. En esta versión del sexo, el trabajo del hombre es «darle» a la mujer un orgasmo durando mucho tiempo y empujando con fuerza y energía. No es de extrañar que las investigaciones realizadas en el área encuentren que los hombres se sienten más masculinos o “más hombres” cuando su pareja tiene un orgasmo durante el coito. Y no sorprende que las mujeres finjan orgasmos, principalmente durante el coito, para proteger el ego de su pareja. De hecho, los estudios sugieren que entre el 53% y el 85% de las mujeres admiten fingir orgasmos con regularidad en la relación.

Sin embargo, hay esperanza, porque dado que los factores culturales son responsables de la brecha en el orgasmo, cambiar la forma en que vemos el sexo y las relaciones sexuales ayudará a mejorar las experiencias sexuales de las mujeres. De hecho, es importante educar a la gente sobre el hecho de que las mujeres no tienen una capacidad biológica limitada para alcanzar el orgasmo. Del mismo modo, la educación tanto para hombres como para mujeres sobre el clítoris podría cambiar las reglas del juego.

Aún así, es poco probable que ese conocimiento por sí solo cierre la brecha del orgasmo a nivel personal. Las mujeres también necesitan empoderarse y adquirir habilidades para poner en práctica este conocimiento. Esto significa que se debe alentar a las mujeres a masturbarse para aprender lo que quieren sexualmente. Y esto debe ir acompañado de capacitación en comunicación para que puedan compartir esta información con sus parejas. Las mujeres deben sentirse con derecho a su propio placer y entender que el sexo no es algo que ellas hacen únicamente por el placer de su pareja. Los cónyuges pueden turnarse para tener orgasmos mediante sexo oral o estimulación manual, donde ella tiene un orgasmo seguido del coito. Alternativamente, las mujeres pueden tocarse con las manos o con un vibrador durante el coito. Las investigaciones muestran que las mujeres que usan vibradores tienen más orgasmos.

La igualdad en el orgasmo es mucho más que tener sexo de calidad. Varias mujeres indican que una vez se sintieron empoderadas en el dormitorio, tuvieron más confianza en el resto de su vida.

Es importante destacar que, según un estudio, sentirse con derecho al placer aumenta la seguridad y capacidad de la mujer para decirle a su pareja lo que quiere sexualmente y su disposición para protegerse sexualmente. De hecho, este estudio encontró que sentirse con derecho al placer sexual aumentó la confianza de las mujeres para negarse a realizar actos sexuales con los que no se sentían cómodas y a usar protección contra el embarazo y las infecciones de transmisión sexual.

Según otro estudio sobre educación sexual y placer, cuando los jóvenes aprenden que el sexo debe ser placentero, es menos probable que lo utilicen de forma manipuladora y dañina. Por lo tanto, enseñar que el sexo es un acto de placer para ambas partes, más que algo que se le hace a las mujeres para el placer de los hombres, también podría ayudar a disminuir los niveles de violencia sexual.